(El País, 05-02-2025) | Fiscal

El sistema fiscal español podría compararse con una escalera, donde quienes tienen mayores ingresos deberían contribuir en mayor medida. Sin embargo, al alcanzar el tramo más alto, la escalera se transforma en un tobogán, permitiendo que el 1% más rico de la población acabe pagando proporcionalmente menos impuestos que quienes se encuentran en niveles inferiores. En 2022, este reducido grupo de contribuyentes soportó un tipo impositivo medio del 24,1% sobre su renta, considerablemente inferior a la media del 35,1% y al 27,5% que abonó el 20% con menores ingresos. Este fenómeno representa una distorsión significativa del principio de equidad fiscal, ya que, en lugar de aumentar el esfuerzo tributario en los niveles más altos, se desploma hasta mínimos.

El tipo efectivo de tributación se calcula cruzando el total de impuestos pagados por un hogar con su renta bruta. En general, sigue una tendencia progresiva, aumentando conforme crecen los ingresos. No obstante, esta progresividad se rompe en el tramo más alto. Esto es lo que refleja, año tras año, el Observatorio sobre el reparto de los impuestos y las prestaciones entre los hogares españoles, publicado por el centro de estudios Fedea, que en su informe de 2022 analiza más de 18,9 millones de hogares. Para obtener una visión más precisa de los ingresos más altos, el último quintil se desglosa en centiles.

El estudio confirma que el 20% más pobre de la población afrontó un tipo efectivo medio del 27,5%, que aumentó progresivamente hasta alcanzar un 38,7% en los hogares situados entre el percentil 91 y 99. Sin embargo, en el tramo final, esta progresividad se desvanece: el 1% más rico -equivalente a 189.000 hogares- vio reducido su tipo impositivo al 24,1%, el más bajo de toda la escala.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron el impacto de diversos tributos, incluyendo el IRPF, el impuesto de sociedades, el de patrimonio, el IVA, el de transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados (ITP-AJD), los impuestos especiales y el impuesto sobre las primas de seguros, además de las cotizaciones sociales tanto de trabajadores como de empresas. Este desglose permite identificar las principales fallas del sistema.

Uno de los ejemplos más llamativos es el IRPF, el impuesto más progresivo. Su tipo medio aumenta gradualmente, desde un 2,3% en los hogares con menos ingresos hasta el 16% en el tramo más alto. Sin embargo, al llegar al 1% más rico, cae abruptamente hasta un 10,5%. Esto se debe, en parte, a que las rentas societarias no distribuidas no tributan por este impuesto y a que los dividendos, aunque sí lo hacen, se integran en la base del ahorro, donde los tipos son más bajos que en la base general. Dado que el 1% más rico obtiene la mayor parte de sus ingresos del capital, su carga fiscal efectiva en IRPF se reduce notablemente.

El carácter regresivo del sistema también se observa en impuestos indirectos como el IVA y el ITP-AJD, cuyos tipos no varían según la renta del contribuyente y terminan afectando más a quienes menos ganan. Esto hace que el 20% más pobre soporte una carga fiscal del 11,5%, que disminuye progresivamente hasta solo el 1,3% en el grupo más rico.

Los impuestos especiales, aplicados a bienes como el alcohol, el tabaco o los hidrocarburos, muestran un patrón similar. En los hogares con menos ingresos, representan un 1,6% de su renta bruta, mientras que en los más ricos la cifra cae hasta 0,22%.

Otro factor clave en esta distorsión son las cotizaciones sociales. Los hogares del 20% más pobre pagan el tipo más alto, superior al 5%, debido a la obligación de cotizar sobre bases mínimas, incluso cuando sus ingresos son inferiores a ellas o registran pérdidas, especialmente en el caso de los autónomos. En contraste, los hogares más acomodados pagan un tipo efectivo de solo 1,1%, el más bajo de todos los tramos. Algo similar ocurre con las cotizaciones empresariales, que siguen una tendencia progresiva hasta llegar a los niveles más altos, donde se interrumpe debido a la existencia de una base máxima de cotización.

No obstante, esta última tendencia podría cambiar en los próximos años gracias a las recientes reformas, que han elevado las bases máximas y han incorporado nuevos mecanismos como el Mecanismo de Equidad Intergeneracional y la cuota de solidaridad, diseñados para corregir parte de estas desigualdades en el sistema fiscal.

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