(El Economista, 07-10-2024) | Laboral

En 2023, el 17,08% de los trabajadores asalariados en España tenía un contrato temporal. No obstante, este porcentaje es mucho mayor entre los más jóvenes. El 61,7% de los empleados de entre 16 y 19 años contaba con un contrato temporal, seguido por el 46,4% en el grupo de 20 a 24 años y el 27,6% en los de 25 a 29 años, según el informe "España no es un país para jóvenes" de la consultora Freemarket Corporate Intelligence. Este estudio se basa en datos de la OCDE, el Banco de España, el INE y otros organismos que miden indicadores como la Tasa de Riesgo de Pobreza y Exclusión Social, la Carencia Material y Social Severa o el Informe Mundial de la Felicidad 2024. Además de la alta prevalencia del empleo a tiempo parcial, la temporalidad entre los jóvenes refleja, según el Gobierno, una clara señal de precariedad laboral.

Esta situación no solo afecta a la estabilidad laboral. Los jóvenes entre 16 y 29 años ganan un 35% menos que la media, y su progreso salarial a lo largo de la vida laboral es más lento que el de las generaciones anteriores. Mientras que quienes nacieron en 1955 alcanzaron la base media de cotización a la Seguridad Social a los 27 años, los nacidos en 1985 no lo habían logrado ni a los 34 años, lo que evidencia que la juventud española tarda más en alcanzar un nivel salarial promedio.

A esto se suman las dificultades para ingresar al mercado laboral y una alta tasa de desempleo. Los jóvenes representan una proporción mucho mayor entre los desempleados que entre los empleados, lo que refleja las barreras para acceder a un trabajo. La precariedad salarial también se traduce en menores ingresos familiares. Los hogares con jefes de familia entre 16 y 29 años tienen una renta por unidad de consumo de unos 16.000 euros anuales, un 15% por debajo de la media nacional, y este descenso es más pronunciado en aquellos hogares donde el jefe de familia no tiene estudios superiores, con una renta anual que desciende a 11.000 euros, un 40% menos que la media.

El debilitamiento de la situación de los jóvenes no se limita al ámbito económico, sino también al político. Su peso demográfico ha disminuido notablemente, pasando de representar el 21,11% de la población en 1980 al 14,81% en 2023. En contraste, el segmento de mayores de 65 años ha crecido considerablemente, del 11,05% en 1980 al 20,61% en la actualidad. Este envejecimiento poblacional reduce la capacidad de los jóvenes para influir en las políticas públicas, ya que los intereses de las personas mayores prevalecen en una sociedad cada vez más envejecida.

Este declive demográfico también se refleja en la baja tasa de natalidad. En 2023 nacieron solo 322.075 niños en España (1,16 hijos por mujer), una cifra que contrasta con los 688.711 nacimientos (2,88 hijos por mujer) registrados hace 50 años. Esta caída en los nacimientos ha reducido el porcentaje de población entre 0 y 29 años del 49,1% en 1980 al 29,5% en 2023, consolidando un envejecimiento sin precedentes.

Por primera vez, el informe analiza la felicidad en diferentes etapas de la vida y concluye que la satisfacción vital de los jóvenes entre 15 y 24 años ha caído drásticamente desde la pandemia, especialmente en América del Norte, donde los mayores ahora son más felices. España, que ocupaba el puesto 24 en 2021, ha caído al puesto 36 en 2024. A nivel generacional, las personas nacidas antes de 1980 son más felices que los millennials y la Generación Z. Los menores de 30 años en España se sitúan en el puesto 55 del ranking de felicidad, mientras que los mayores de 60 ocupan el puesto 29.

La situación financiera de los jóvenes también es preocupante. Según la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, los hogares más jóvenes han experimentado una notable disminución en sus ingresos y riqueza neta, con una caída del 37,5% en la propiedad de viviendas entre 2011 y 2022, lo que refleja un empobrecimiento considerable en un sector que considera la vivienda como su principal activo.

Los indicadores de riesgo de pobreza y exclusión social son igualmente alarmantes. En 2023, el 31,2% de los jóvenes entre 16 y 29 años se encontraba en riesgo de pobreza, y el 11,5% sufría de carencia material y social severa. Este deterioro no es solo coyuntural, sino estructural, producto de una educación pública en declive y un mercado laboral ineficiente que desfavorece a los jóvenes.

Si esta tendencia continúa, España podría enfrentarse a un estancamiento en la calidad de vida de las nuevas generaciones, quienes podrían optar por emigrar en busca de mejores oportunidades laborales y salariales. Esto podría provocar un empobrecimiento de la clase media y un incremento de la inestabilidad social y política.

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