(Cinco Días, 07-01-2025) | Mercantil, civil y administrativo
El año 2024 cerró con importantes ganancias en activos de riesgo, como la Bolsa y el bitcoin, pero también en el oro, considerado el refugio por excelencia. A pesar del interés por otros instrumentos de inversión, el metal precioso consolidó su posición como un elemento clave en las carteras de inversión, beneficiándose del entorno de tipos de interés a la baja. En un contexto de menor rentabilidad en los bonos y tipos reales reducidos, el oro resulta más atractivo. Sin embargo, el incremento cercano al 30% en su precio durante 2024, alcanzando máximos históricos, se debe principalmente al continuo apetito de los bancos centrales, que han intensificado sus compras de oro como estrategia de diversificación de reservas, una tendencia que se prevé continuará en 2025. Según estimaciones de Goldman Sachs y Citi, estas adquisiciones podrían impulsar el precio de la onza de oro hasta los 3.000 dólares este año, aunque dichas previsiones están sujetas a la elevada incertidumbre que marca el inicio del ejercicio.
"El oro mantiene su capacidad de aportar estabilidad a las carteras, y los inversores deberían considerar cubrir riesgos en acciones y duración en caso de sorpresas inflacionarias en EE. UU.", señalan desde Amundi, la mayor gestora de fondos de la zona euro. Por su parte, Santander Asset Management destaca su preferencia por el oro como cobertura frente a riesgos geopolíticos. Aunque advierten que un alza en los tipos reales podría limitar su atractivo, destacan que las compras de bancos centrales continúan en niveles elevados, dejando espacio para mayores incrementos en el precio.
El contexto global arranca con múltiples incertidumbres que refuerzan la utilidad del oro como activo refugio. La llegada de Donald Trump a la presidencia augura volatilidad en los mercados bursátiles y de deuda, aunque dependerá de cómo impacten sus políticas comerciales, migratorias y de gasto en la inflación y el crecimiento. Además, los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza siguen activos, lo que ha incrementado la demanda de oro como refugio, especialmente por parte de los bancos centrales.
La guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, que incluyeron la congelación de las reservas en dólares de su banco central, han llevado a muchos países, especialmente emergentes, a reducir su exposición a activos denominados en dólares, como los bonos soberanos de EE. UU., y a optar por el oro. Desde BlackRock señalan que el movimiento hacia el oro es una respuesta para reducir riesgos geopolíticos y mitigar la vulnerabilidad ante sanciones internacionales.
"Las compras de los bancos centrales representan la principal fuerza estructural que impulsa el mercado del oro", aseguran en Julius Baer, donde mantienen una perspectiva positiva a largo plazo para el metal precioso. Goldman Sachs proyecta que el oro alcance los 3.000 dólares por onza a finales de 2025, impulsado por las firmes adquisiciones de los bancos centrales, quienes buscan mitigar riesgos geopolíticos y aumentar la proporción de oro en sus reservas, especialmente en los mercados emergentes, donde aún es baja comparada con los países desarrollados.
China, la segunda mayor economía del mundo, será clave en las compras de oro en los próximos años. Mientras los bancos centrales de Estados Unidos, Alemania o Francia tienen alrededor del 70% de sus reservas en oro, en China este porcentaje apenas alcanza el 7% tras las últimas adquisiciones, dejando un amplio margen de crecimiento, según Julius Baer.
Citi, por su parte, anticipa que las compras de oro por parte de los bancos centrales continuarán incluso si las tensiones geopolíticas en Ucrania y Oriente Próximo disminuyen durante el mandato de Trump. La entidad proyecta un precio de 2.800 dólares por onza en tres meses y de 3.000 dólares en un horizonte de seis a doce meses. Además, consideran que la política de Trump podría ser un factor determinante para el precio del oro. Un escenario de estanflación, con un deterioro del mercado laboral estadounidense y una mayor inflación impulsada por aranceles, podría llevar el precio del oro más allá de los 3.000 dólares, mientras que una economía estadounidense resiliente podría situarlo en torno a los 2.500 dólares.
Finalmente, desde Goldman Sachs señalan que si la Reserva Federal reduce los tipos solo una vez en 2025, el precio del oro podría cerrar el año unos 100 dólares por debajo de su previsión base de 3.000 dólares. A pesar de ello, las compras de los bancos centrales seguirán siendo un sólido respaldo para el metal, aunque habrá que monitorear el impacto inflacionario de las políticas del nuevo presidente de EE. UU.