(Cinco Días, 24-03-2025) | Mercantil, civil y administrativo
En un escenario global marcado por el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, Europa acelera sus esfuerzos para reforzar su autonomía en materia económica, financiera y estratégica. Proyectos que llevaban años o incluso décadas en discusión dentro de la Unión Europea han cobrado un nuevo sentido de urgencia. La creación de un mercado único de capitales, la reforma del sector energético, el aumento del gasto en defensa y la consolidación de una estrategia militar común han pasado de ser cuestiones importantes a convertirse en prioridades inminentes. En este mismo contexto, con la intención de reducir su dependencia de EE. UU., la UE también avanza en el desarrollo del euro digital.
Con un defensor de las criptomonedas en la Casa Blanca, los activos digitales han pasado a ocupar un lugar central en la agenda política estadounidense. La apuesta de Trump por las monedas digitales privadas, en especial las stablecoins vinculadas al dólar, ha dejado a la Unión Europea en una situación de alerta. Ante este panorama, Bruselas acelera sus esfuerzos para crear una moneda digital estable, respaldada por el Banco Central Europeo (BCE), que pueda utilizarse en pagos entre personas, comercios y empresas. El objetivo es múltiple: reducir la dependencia de los sistemas de pago extranjeros, ofrecer una alternativa a estos activos emergentes y evitar que las stablecoins adquieran un papel predominante en la zona euro, lo que podría comprometer la estabilidad financiera.
Las intenciones de Trump quedaron claras en la orden ejecutiva del 23 de enero, donde se establecía la promoción de las criptomonedas referenciadas al dólar. Su secretario del Tesoro, Scott Bessent, reafirmó esta postura en una cumbre sobre criptoactivos celebrada en la Casa Blanca, subrayando que el gobierno estadounidense utilizará estos activos digitales para garantizar la primacía del dólar como moneda de reserva mundial. Estas criptomonedas, además de servir como refugio de valor o herramienta de inversión, facilitan las transferencias internacionales gracias a su rapidez y bajo costo. En respuesta a esta tendencia, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, fue tajante en la última reunión de la institución: "El euro digital es de vital importancia y su necesidad es más evidente que nunca".
El debate sobre la creación del euro digital ha cobrado impulso en las últimas semanas. Este jueves, el tema se incluyó en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro. En el comunicado oficial se destacó que "en un mundo cada vez más fragmentado y digital, acelerar el desarrollo del euro digital es clave para fortalecer la competitividad y resiliencia del sistema de pagos europeo, garantizar la seguridad económica de Europa y reforzar el papel del euro en el escenario internacional". En línea con este planteamiento, Philip Lane, miembro del comité ejecutivo del BCE, advirtió que la adopción del euro digital es una necesidad urgente para la institución, ya que el auge de las stablecoins podría generar un sistema monetario fuera del control de los bancos centrales.
Si estos activos digitales llegaran a adoptarse de forma masiva, el dinero emitido por el BCE podría perder protagonismo en el sistema de pagos. Por ejemplo, si los hogares y las empresas optaran por realizar sus transacciones diarias con stablecoins en lugar de euros y mantuvieran su dinero en cuentas vinculadas a estas criptomonedas, los bancos comerciales verían reducido el volumen de depósitos, lo que afectaría su capacidad de otorgar créditos y encarecería la financiación. Además, si las stablecoins vinculadas al dólar ganaran terreno en la zona euro, el sistema de pagos de la región podría quedar subordinado al billete verde, poniendo en riesgo la soberanía monetaria europea.
El respaldo explícito de Trump a estos activos digitales hace que esta amenaza sea real. Aunque hoy en día las stablecoins no se utilizan ampliamente como medio de pago, esta situación podría cambiar. De hecho, PayPal ha anunciado recientemente su intención de ofrecer su stablecoin PYUSD para que sus millones de pequeños y medianos comerciantes realicen pagos a sus proveedores.
Durante la reunión del Eurogrupo de marzo, Pierre Gramegna, director del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), lo dejó claro: "Lo que está en juego es la soberanía europea". Subrayó que el MEDE apoya la urgencia del BCE en la implementación del euro digital para proteger la autonomía estratégica del euro. En la misma línea, el ministro de Finanzas de Irlanda y presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, advirtió que en un mercado global, las decisiones tomadas en otras jurisdicciones pueden tener un impacto significativo en Europa. "Estas discusiones están directamente relacionadas con nuestra autonomía y la resiliencia de nuestra moneda", afirmó.
La historia se repite. El euro digital no surge de la nada, sino como respuesta a un desafío previo: cuando Facebook anunció su proyecto de criptomoneda libra, que buscaba facilitar los pagos transfronterizos y ofrecer una alternativa monetaria en mercados emergentes. La idea consistía en que la Asociación Libra, liderada por Facebook y otras empresas, emitiría una moneda respaldada por depósitos bancarios y activos de bajo riesgo. Esta propuesta encendió las alarmas en la Unión Europea, ya que otorgaría a una entidad privada un poder financiero inmenso gracias a su base de usuarios y pondría en riesgo la estabilidad del sistema financiero europeo.
En 2020, el BCE llevó a cabo un estudio sobre los posibles efectos de esta iniciativa y, en el escenario más extremo, estimó que el proyecto de Facebook podría llegar a gestionar hasta tres billones de euros. La preocupación por el impacto de esta moneda en la estabilidad financiera de la zona euro creció rápidamente. Ignacio Terol Rodríguez, asesor senior de la estrategia del euro digital, reconoce que la propuesta de libra llevó a los bancos centrales del G7 a replantearse su soberanía monetaria. "El problema era que Facebook tenía más usuarios que la población de la UE, y las economías de escala que podría generar representaban una amenaza para la soberanía monetaria", explicó.
Los reguladores europeos tomaron medidas para frenar el avance de libra y evitar que se convirtiera en un medio de pago masivo, lo que podría haber debilitado el control de los bancos centrales sobre la base monetaria y reducido su capacidad para aplicar políticas monetarias eficaces. Sin embargo, ahora el desafío proviene de Estados Unidos, y el desarrollo del euro digital sigue avanzando a un ritmo lento ante una amenaza cada vez más inminente.