(El Confidencial, 03-12-2024) | Fiscal

Los bancos buscan evitar que sus objeciones al nuevo impuesto queden paralizadas, temiendo enfrentarse nuevamente a situaciones adversas, como ocurrió este año, y actuando tarde frente a un tributo diseñado para aplicarse durante los próximos tres años. Tanto las entidades financieras como las asociaciones AEB y CECA evalúan recurrir esta nueva carga fiscal, del mismo modo que lo hicieron con el impuesto anterior, cuya impugnación aún está pendiente en el Tribunal Constitucional. La banca pretende mantener su crítica activa en todo momento, emprendiendo una campaña constante para evitar tributar en esos tres ejercicios o, al menos, impedir que la medida se convierta en permanente.

El PSOE, en alianza con partidos de izquierda y grupos nacionalistas, ha diseñado un nuevo tributo que grava los ingresos generados en España por la suma del margen de intereses neto y las comisiones netas, distinto del anterior. Las críticas del sector financiero se centran en la rentabilidad, a pesar de que los beneficios de los bancos españoles han alcanzado cifras récord en los últimos trimestres, impulsados por las subidas de tipos de interés de 2022 y 2023. Aunque el Banco Central Europeo (BCE) ha iniciado una etapa de reducción de tipos y se espera que el euríbor se estabilice en torno al 2% el próximo año, las entidades confían en seguir incrementando sus ganancias mediante el crecimiento.

Según los bancos, estos beneficios elevados responden a la ampliación de sus estructuras debido a fusiones realizadas en los últimos 15 años, pero insisten en que su rentabilidad aún está lejos de los máximos históricos. Por ejemplo, el retorno sobre fondos propios (ROE) de la banca española es del 14%, comparado con el 18% del promedio de las empresas del Ibex. En cuanto al retorno sobre activos (ROA), oscila entre el 0,75% y el 1% en el sector financiero, mientras que en empresas no financieras supera el 5%. Los bancos argumentan que necesitan gestionar un volumen de activos significativamente mayor que otras industrias para generar beneficios, lo que justifica su mayor tamaño y, en consecuencia, el nivel de sus ganancias.

El nuevo gravamen, que busca incrementar la recaudación en casi 200 millones de euros en 2025 respecto a este año, se estructura con tipos progresivos. Se aplica a bancos con ingresos superiores a 100 millones, una novedad respecto al esquema anterior que fijaba una tasa del 4,8% para entidades con más de 850 millones en ingresos en España. Ahora, las tasas van del 1% hasta 750 millones de ingresos, al 7% para montos superiores a 5.000 millones. Además, permite deducir el 25% de la cuota tributada por sociedades.

CaixaBank será el más afectado por este tributo, con un incremento de su contribución fiscal del 2%, según un informe de Barclays. La entidad pagará 645 millones de euros en 2025, frente a los 531 millones que habría abonado bajo el sistema anterior. Santander y BBVA también verán aumentos en sus cargas fiscales, mientras que en Bankinter y Unicaja la presión tributaria disminuirá.

El impuesto fue aprobado de manera ajustada tras un día de caos en el Congreso, en el que incluso estuvo en peligro su tramitación. Negociaciones de última hora entre PSOE y Junts incluyeron un tramo impositivo del 7% y la decisión de que la recaudación será gestionada por las comunidades autónomas. A pesar de los esfuerzos de los bancos para suavizar la medida mediante bonificaciones por préstamos a pymes, créditos verdes o su vinculación con los ciclos de tipos de interés, solo lograron introducir una cláusula que reduce la tributación en caso de caídas en la rentabilidad, algo que no se prevé en el corto plazo.

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