(El País, 10-01-2025) | Laboral
El 2024 dejó un balance dispar para el sector de la construcción en España, reflejando las tensiones económicas actuales. A pesar de la incertidumbre global, el sector mostró una notable resistencia tras tres años de dinamismo. No obstante, enfrentó dos problemas crecientes: una desaceleración en el ritmo de construcción de viviendas y un retroceso en las expectativas de creación de empleo, que cayeron 15,7 puntos porcentuales en comparación con diciembre de 2023.
Estos desafíos se reflejaron en el Indicador de Clima de la Construcción (ICC), el principal barómetro del sector, que elabora mensualmente el Ministerio de Industria. Este indicador cerró el año en uno de sus niveles más bajos en 12 meses, con un repunte mensual de solo 0,9 puntos y un promedio anual que se quedó a 8 puntos. Aunque las carteras de pedidos crecieron 10,6 puntos, las expectativas de empleo, un indicador clave de confianza empresarial, cayeron casi nueve puntos, con un descenso interanual de más de 10 puntos respecto al año anterior.
Pedro Fernández Alén, presidente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), señaló que esto no implica una crisis, pero sí una ralentización. "El sector no está en caída libre, pero la escasez de mano de obra está empezando a frenar proyectos, especialmente en el ámbito de la vivienda. Si no solucionamos este problema, será difícil mantener el ritmo que demanda el mercado", explicó. El ICC se basa en las previsiones de 285 empresas encuestadas a nivel nacional sobre los próximos tres meses.
La vivienda se ha convertido en el mayor desafío del sector. En diciembre, este segmento registró una caída interanual de 11,4 puntos y un desplome mensual de 22,3 puntos, alcanzando uno de sus peores resultados en tres años. Este retroceso se debe, por un lado, a los altos costes de construcción y, por otro, a la falta de personal cualificado. Según Fernández Alén, "para resolver la crisis de vivienda, primero debemos abordar la falta de mano de obra". Propone un plan de choque que fomente la incorporación de jóvenes, mujeres y migrantes al sector, además de estrategias formativas, para cumplir con la demanda de vivienda y los objetivos del Plan de Recuperación y Resiliencia.
El contexto económico también ha influido negativamente. Las políticas del Banco Central Europeo para contener la inflación elevaron las hipotecas y dificultaron el acceso al crédito, lo que impactó indirectamente al sector. Además, eventos puntuales como la DANA en Valencia desviaron recursos y mano de obra hacia la reconstrucción de las zonas afectadas, dejando menos personal disponible para otros proyectos.
Por otro lado, aunque la obra civil tuvo un mejor desempeño que la edificación, también cerró diciembre con una caída interanual de 9,2 puntos. Sin embargo, grandes proyectos de infraestructuras, como redes ferroviarias y carreteras, han sostenido el sector gracias al uso intensivo de maquinaria y tecnologías avanzadas, menos dependientes de la mano de obra. Estos proyectos han sido impulsados, en parte, por el Plan de Recuperación y Resiliencia, aunque en algunas regiones donde ya se ha ejecutado gran parte del presupuesto, se espera una desaceleración en 2025.
Mientras los resultados varían entre sectores, los precios de venta se estabilizaron durante el segundo semestre de 2023, dejando atrás los picos inflacionarios de años anteriores. No obstante, las expectativas son prudentes, ya que los analistas coinciden en que es improbable que el ritmo de construcción satisfaga la alta demanda actual.
De cara a 2025, la falta de personal cualificado se presenta como el mayor desafío. Las expectativas de empleo cerraron el año con una caída interanual de casi 16 puntos, afectando principalmente a las pequeñas y medianas empresas del sector. Fernández Alén destacó que, aunque las grandes compañías pueden absorber esta presión, las constructoras más pequeñas enfrentan mayores dificultades.
Pese a estas adversidades, las perspectivas del sector son optimistas gracias a la moderación de los costes de materiales y energía, así como a las sucesivas reducciones en los tipos de interés por parte del BCE. Estas condiciones han permitido al ICC mantener sus expectativas a largo plazo en niveles históricos, superando incluso los valores previos a la crisis de 2008. Según el informe del Ministerio, la media a largo plazo del indicador se sitúa actualmente en niveles máximos de los últimos 17 años y en terreno positivo, algo que no ocurría desde 2007.