(Cinco Días, 25-10-2024) | Mercantil, civil y administrativo

La reciente rebaja de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) y las expectativas de que esta tendencia continúe en los próximos meses han acelerado la caída del euro. En solo tres semanas, la moneda europea ha pasado de cotizar a 1,12 dólares a finales de septiembre a 1,078 dólares en la actualidad, lo que supone una depreciación del 3,9% y elimina las ganancias acumuladas durante el año. Esta caída podría intensificarse ante el temor de un resurgimiento de la guerra comercial si Donald Trump gana las elecciones, en un contexto donde la eurozona sigue mostrando señales de debilidad. Aunque aún está lejos de los 0,98 dólares que tocó en septiembre de 2022, el temor a la paridad entre el euro y el dólar vuelve a inquietar los mercados financieros. Más allá de las implicaciones en la política monetaria, la debilidad del euro tiene repercusiones en la inversión, las empresas, el consumo y el turismo. ¿Qué consecuencias tiene la paridad euro/dólar?

Consumidores europeos: Si el euro se deprecia, los ciudadanos europeos verán reducido el valor de sus ahorros y tendrán menor poder adquisitivo al viajar fuera de la eurozona. Por ejemplo, al viajar a Estados Unidos necesitarán más euros para obtener la misma cantidad de dólares. Además, dado que materias primas como el petróleo y el gas se cotizan en dólares, una caída del euro encarecerá el precio de la gasolina y la electricidad, así como de todos los productos que se importan fuera de la zona euro.

Turismo: Para una economía como la española, donde el turismo representó el 12,8% del PIB en 2023, el tipo de cambio es crucial. Los europeos que viajen a Estados Unidos verán que sus euros les rinden menos, mientras que los turistas estadounidenses obtendrán más por su dinero en Europa. Esto puede aumentar los ingresos en sectores como la hostelería, ya que los productos europeos serán más atractivos para los visitantes extranjeros. Sin embargo, según Sergio Ávila, analista de IG, esta ventaja podría tener un coste, ya que también podría incrementar la dependencia de Estados Unidos, elevar los precios locales y generar tensiones laborales en destinos turísticos como España o Francia.

Empresas: Un euro débil beneficia a las empresas exportadoras, ya que sus productos resultan más baratos para los compradores extranjeros, mejorando su competitividad. No obstante, las importaciones se encarecen, afectando a aquellos sectores que dependen de productos procedentes de fuera de la eurozona. Los sectores exportadores y turísticos se benefician, mientras que el sector financiero enfrenta mayores retos debido a la fluctuación del tipo de cambio, según Ávila.

Inflación: El aumento de los costos de las importaciones puede impactar en los precios, ya que los insumos y materias primas serán más caros, lo que obligará a las empresas a subir sus precios para mantener sus márgenes de ganancia. Aunque la inflación en la eurozona ha descendido al 1,7%, la debilidad del euro podría generar presiones inflacionarias. Christine Lagarde, presidenta del BCE, advirtió sobre la posibilidad de un repunte en los precios hacia el final del año, motivado por las tensiones geopolíticas y la devaluación del euro. Esto podría llevar al BCE a mantener los tipos de interés en el 3,25% para lograr el objetivo de una inflación del 2%, en un contexto donde los indicadores económicos muestran un deterioro, como en Alemania, cuya economía se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre.

Inversión: La debilidad del euro también afecta a los inversores. Para los inversores europeos, las oportunidades en mercados extranjeros se ven afectadas por las fluctuaciones del tipo de cambio, reduciendo las posibles ganancias al convertirlas en euros. En cambio, para los inversores internacionales, la caída del euro hace que invertir en acciones o deuda europea sea más atractivo y accesible. Si la situación económica en la eurozona se deteriora y el BCE se ve obligado a reducir los tipos de interés de forma más rápida, esto podría generar una divergencia en las políticas monetarias entre el BCE y la Reserva Federal de Estados Unidos. Con una Fed manteniendo tasas elevadas, la deuda estadounidense resultaría más atractiva para los inversores, lo que provocaría una salida de capitales de Europa hacia Estados Unidos.

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