(El Economista, 30-01-2025) | Mercantil, civil y administrativo

La economía española ha experimentado un crecimiento notable en 2024, con un aumento del 3,2% en el PIB, según los datos adelantados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este ritmo de expansión supera ampliamente la media europea y supone una aceleración respecto al 2,7% registrado el año anterior. La recuperación del consumo de los hogares ha sido clave en este avance, impulsada por la moderación de la inflación, el incremento de los salarios en torno al 5% y el mantenimiento de importantes ayudas públicas para contrarrestar el impacto de los precios. También ha influido la actualización de las pensiones en un 8,5%, lo que ha favorecido un leve incremento del ahorro.

El crecimiento ha estado sustentado en tres grandes pilares. En primer lugar, el turismo ha alcanzado cifras récord, con una hostelería que sigue en auge tras la pandemia a pesar del alza de precios. En segundo lugar, la llegada masiva de inmigrantes ha permitido cubrir vacantes en el mercado laboral, compensando el envejecimiento de la población española. Según la Encuesta de Población Activa, de los 468.000 nuevos empleos generados en 2024, solo 59.000 fueron ocupados por españoles, mientras que el 88% restante correspondió a trabajadores extranjeros o con doble nacionalidad. El tercer motor del crecimiento ha sido el consumo público, que ha seguido aumentando, especialmente en las comunidades autónomas, impulsado por la solidez de los ingresos fiscales debido a la inflación.

No obstante, este modelo de crecimiento presenta algunas debilidades. La productividad, aunque empieza a repuntar tras años de estancamiento, no ha crecido con la intensidad deseada, ya que sectores como el turismo, la inmigración y el consumo público no favorecen su desarrollo. Además, la inversión privada sigue rezagada en la recuperación postpandemia, a pesar de los fondos europeos y la buena situación financiera de las empresas. No obstante, en los últimos meses ha comenzado a mostrar signos de recuperación, en un contexto en el que los tipos de interés empiezan a descender y el crecimiento económico se mantiene sólido.

El aumento del PIB basado en el crecimiento de la población ha afectado al PIB per cápita, que avanza a un ritmo más moderado. Lo mismo ocurre con el consumo per cápita, aún impactado por la inflación y las subidas de tipos de interés. Esta situación explica por qué algunos sectores de la población no perciben la recuperación con la misma intensidad que reflejan los indicadores macroeconómicos.

En el cuarto trimestre de 2024, la economía creció un 0,8% respecto al trimestre anterior, impulsada por el consumo de los hogares, que aumentó un 1%, y la inversión, que repuntó un 2,8%, su mayor incremento en tres años. Este dinamismo se debe, en parte, a que la economía española sigue expandiéndose a un ritmo superior al del resto de Europa, donde el crecimiento anual apenas alcanza el 1% debido a la debilidad de Alemania y Francia. Sin embargo, en el mismo periodo, el consumo público y las exportaciones se desaceleraron, y el sector exterior tuvo una contribución negativa al crecimiento, ya que el aumento del consumo interno incrementó las importaciones en un 1,3%, mientras que las exportaciones apenas crecieron un 0,1%.

Pese a las fuertes lluvias y la DANA, la actividad económica se ha visto mínimamente afectada en el último trimestre. De hecho, el aumento de las ventas de automóviles en diciembre, debido a los siniestros provocados por las inundaciones, ha compensado parte del impacto negativo en la industria de las zonas afectadas. Sin embargo, la productividad sigue siendo una asignatura pendiente: en los últimos cinco años solo ha aumentado 1,7 puntos y el PIB por persona ocupada ha crecido apenas dos décimas.

En términos anuales, el patrón de crecimiento de 2024 ha sido similar al del año anterior, con un fuerte incremento del consumo público y de las exportaciones de servicios, mientras que la inversión y las exportaciones de bienes han mostrado menor dinamismo. En concreto, el consumo público creció un 4,9%; el consumo de los hogares, un 2,8%; las exportaciones, un 3%; y las importaciones, un 2%. El turismo extranjero, por su parte, se disparó un 12,3%, a pesar de encontrarse ya en niveles récord.

Desde una perspectiva sectorial, el comercio, el turismo y la hostelería crecieron un 3,4%, mientras que la industria manufacturera avanzó un 3,7%, muy por encima de la media europea, donde el sector se mantiene estancado. En comparación con 2019, el consumo público es la partida que más ha crecido, con un aumento del 20% respecto a los niveles previos a la pandemia. Las exportaciones han subido más de un 10%, las importaciones un 10% y el PIB un 7,6%. No obstante, el consumo privado, aunque ha avanzado un 4%, aún no ha recuperado su nivel per cápita previo a la crisis sanitaria.

Por sectores, destacan el crecimiento de la industria de la información y la comunicación, beneficiada por la digitalización, así como las profesiones científicas y técnicas. El sector inmobiliario también ha mostrado un fuerte dinamismo, impulsado por la compraventa de viviendas de segunda mano, aunque la construcción aún no ha recuperado sus niveles pre-COVID. La agricultura sigue rezagada, mientras que la industria en general se encuentra en una situación de estancamiento. El comercio y la hostelería avanzan en línea con el PIB, creciendo cerca del 7% tras el desplome que sufrieron durante la pandemia. En cuanto al turismo internacional, ha superado en un 40% las cifras previas a la crisis sanitaria, consolidándose como uno de los principales motores de la economía española.

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