(Expansión, 18-10-2024) | Mercantil, civil y administrativo

El enfoque contundente del BCE contra el aumento de los precios ha dado resultados, llevando el IPC armonizado a su punto más bajo desde abril de 2021, aunque ha provocado una desaceleración en la actividad económica.

La inflación, que durante los últimos dos años erosionó el poder adquisitivo de familias y empresas, ha dejado de ser una amenaza. El BCE implementó una serie de incrementos agresivos en los tipos de interés en poco más de un año (diez subidas entre julio de 2022 y septiembre de 2023), lo que ha conseguido frenar la inflación. En septiembre, el IPC armonizado registró un aumento interanual del 1,7% en la zona euro, cinco décimas menos que en agosto y una décima por debajo de lo estimado por Eurostat, alcanzando su nivel más bajo desde abril de 2021, según los datos actualizados por la oficina estadística de la UE.

La estrategia monetaria del BCE ha logrado domar la inflación, pero a costa de efectos secundarios. El aumento acelerado en el costo de la financiación no solo ha moderado los precios, sino también la actividad económica, que ha mostrado signos de enfriamiento. Los últimos índices PMI sugieren que en el tercer trimestre la economía podría estancarse o crecer mínimamente.

Ante este panorama, el objetivo ahora es evitar un mayor deterioro económico en la región, que tras mostrar un avance prometedor en la primera mitad del año, enfrenta una clara desaceleración en la segunda mitad. Por ello, el BCE ha acelerado su proceso de flexibilización monetaria con su tercer recorte de tipos desde junio, situándolos en el 3,25%, debido a "las recientes sorpresas a la baja en los indicadores de actividad económica", según reconoció el organismo presidido por Christine Lagarde.

El aumento en el costo de la financiación ha contenido el crecimiento de los precios en bienes de consumo, pero también ha afectado el consumo y la inversión, ha disminuido la demanda de productos y servicios y ha mermado la confianza empresarial.

Los signos de esta desaceleración son evidentes. Según los índices PMI, al finalizar el tercer trimestre, la actividad económica de la eurozona entró en territorio de contracción por primera vez desde febrero, con las tres principales economías, Alemania, Francia e Italia, en fase de desaceleración. En particular, Alemania, que solía ser la locomotora económica de la región, ahora muestra señales de estancamiento, con su gobierno revisando a la baja las previsiones de crecimiento y anticipando una recesión del 0,2% para este año, en contraste con el crecimiento del 0,3% proyectado anteriormente.

Entre las principales economías de la zona euro, España es la excepción, con una previsión de crecimiento del PIB cercano al 2,8%. Sin embargo, como destacó recientemente Cyrus de la Rubia, economista jefe del Hamburg Commercial Bank, "España no tiene suficiente peso para levantar al resto de la zona euro".

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, celebró que se haya controlado la inflación sin provocar una recesión global, pero advirtió que el panorama sigue siendo incierto debido a las débiles perspectivas de crecimiento mundial, los altos niveles de deuda y la elevada incertidumbre geopolítica, lo que augura "un futuro complicado".

Aunque parece que lo peor del shock inflacionario ha quedado atrás, el BCE sigue siendo cauto. "¿Hemos vencido completamente a la inflación? Aún no [...], pero estamos cerca", afirmó Christine Lagarde, quien también reconoció que la actividad económica en la zona euro ha sido "más débil de lo esperado", aunque descartó una recesión inminente en el bloque.

ARE YOU LOOKING

FOR PERSONAL OR BUSINESS ADVICE?

Make your inquiry online or come visit us