(El Economista, 14-03-2025) | Laboral
La fuerte dependencia del empleo estacional y de los contratos de corta duración sigue afectando al mercado laboral español, a pesar de que han transcurrido tres años desde la implementación de la reforma laboral. En enero, se registraron 1,1 millones de bajas en la afiliación a la Seguridad Social por este motivo, lo que supone una reducción de apenas 160.000 casos respecto a las cifras previas a la pandemia. Aun así, representa el 6,5% del total de asalariados registrados. Un dato significativo es que, actualmente, casi un tercio de esas bajas corresponden a trabajadores con contratos fijos discontinuos, cuando antes apenas representaban el 3%.
¿Es la inactividad de los fijos discontinuos una forma de destrucción de empleo? Desde el punto de vista de las estadísticas de afiliación, sí. Cuando un trabajador con este tipo de contrato queda inactivo, deja de recibir salario y, por lo tanto, se le da de baja en la Seguridad Social, al igual que ocurre con los despidos, dimisiones o la finalización de contratos temporales.
Sin embargo, a diferencia de estos casos, el contrato de un fijo discontinuo sigue vigente, a la espera de que la empresa lo reincorpore. Esto implica que no se le considera oficialmente como desempleado, aunque puede solicitar prestación por desempleo. Además, en caso de extinción del contrato, su indemnización es mayor que la de un trabajador temporal (entre 20 y 33 días por año trabajado, frente a los 12 días de los temporales). No obstante, el pase a la inactividad no conlleva ninguna compensación económica.
Desde su creación hace más de 40 años, los contratos fijos discontinuos fueron concebidos como una alternativa a los contratos temporales, especialmente en el sector turístico. No obstante, su uso era limitado hasta que la reforma laboral amplió su alcance, permitiendo al Gobierno destacar una reducción de la estacionalidad en el empleo que en realidad es menor de lo que sugieren las cifras oficiales.
En enero de 2024, se registraron 1,69 millones de bajas en la Seguridad Social, la cifra más alta desde la reforma, aunque inferior a los niveles de 2018, 2019 y 2020. La finalización de contratos temporales sigue siendo la principal causa, con 782.075 bajas, representando el 46% del total. Este es el nivel más alto desde 2022, cuando alcanzó 1,12 millones (el 71% del total). Sin embargo, hay que recordar que en los primeros meses de 2022 aún se podían firmar contratos temporales por obra y servicio, lo que influyó en las cifras de ese año.
La inactividad de los fijos discontinuos se ha convertido en la segunda causa de bajas, con 308.848 casos (18,7% del total). Antes de la reforma, en enero este tipo de bajas apenas llegaba a 46.000 de media (2,6%).
Si sumamos ambas cifras (finalización de temporales e inactividad de fijos discontinuos), la cantidad de bajas de afiliación alcanza 1,09 millones, la más alta desde 2022, aunque menor a los 1,25 millones de media registrados en eneros anteriores. En términos porcentuales, estas bajas representan el 64% del total.
A pesar de estos datos, la reforma sí ha logrado reducir la temporalidad efectiva del empleo. Las bajas por empleos eventuales representan ahora el 6,5% de los afiliados al Régimen General, un punto y medio menos que antes de la reforma. Esta reducción se debe al aumento de la contratación indefinida, aunque esta tendencia viene acompañada de un incremento en despidos, dimisiones y bajas durante el periodo de prueba. No obstante, si solo se consideraran las bajas por finalización de contratos temporales, la tasa de temporalidad habría caído al 4,7%.
Sin embargo, los fijos discontinuos han pasado de representar el 0,3% al 1,8%, limitando el posible descenso en la volatilidad del empleo. Lo más paradójico es que, aunque en términos generales se ha reducido la inestabilidad, los asalariados con contrato eventual o fijo discontinuo siguen sin notar una mejora significativa en su estabilidad laboral.