(Expansión, 11-02-2025) | Mercantil, civil y administrativo

El proyecto del euro digital avanza sin contratiempos. A pesar de la prohibición del dólar digital por orden presidencial en Estados Unidos y la decisión de Suecia de abandonar la idea de la corona digital, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), reafirmó su compromiso con la iniciativa. Durante su intervención en Estrasburgo, defendió que "el euro digital es una herramienta esencial para la soberanía europea".

Lagarde compareció ante el Parlamento Europeo como parte del proceso de rendición de cuentas del Informe Anual de 2023. En este contexto, instó a los eurodiputados a acelerar el debate sobre los beneficios y riesgos de la versión digital del euro, que aún se encuentra en fase de investigación y lo estará hasta otoño.

La Comisión Europea presentó en junio de 2023 una propuesta legislativa para regular el euro digital. Desde entonces, el BCE espera que el Parlamento y el Consejo de la UE avancen en la normativa, con la expectativa de que esté lista en noviembre, cuando el Consejo de Gobierno del BCE decidirá si da luz verde a la divisa digital.

"El euro digital no es una decisión exclusiva del BCE desde nuestra sede en Fráncfort. Estamos esperando y la responsabilidad ahora recae en vosotros", señaló Lagarde, advirtiendo que "no me gustaría estar en la misma situación dentro de un año".

El contexto geopolítico actual ha reforzado la percepción de Lagarde de que el euro digital es clave para garantizar la autonomía europea en un panorama donde "unos pocos proveedores extranjeros dominan el sistema de pagos". La presidenta del BCE subrayó la vulnerabilidad de la región ante posibles presiones externas y aconsejó a los europarlamentarios "no subestimar las tensiones geopolíticas".

Actualmente, Visa y Mastercard controlan gran parte del mercado de pagos en la zona euro y, según datos del propio BCE, duplicaron las comisiones cobradas a los comercios en apenas cuatro años. Este dominio y la dependencia europea de estos sistemas podrían generar mayores dificultades en caso de un deterioro en las relaciones con Estados Unidos.

En este sentido, la introducción del euro digital supondría una alternativa europea a los sistemas de pago actuales. Además, el BCE considera que su implementación podría generar un efecto indirecto, incentivando a las grandes compañías del sector a reducir sus tarifas.

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