(El País, 07-10-2024) | Mercantil, civil y administrativo

Así lo revela la monografía "España ante los impactos recientes sobre las cadenas de valor globales y la integración comercial internacional" de la Fundación BBVA. El estudio señala que "la fuerte concentración regional de los intercambios -España destina el 67% de sus exportaciones manufactureras a Europa occidental- ha restringido la expansión de su red comercial hacia otras economías", en un contexto donde la Unión Europea representa solo el 20% de la economía global.

El análisis, realizado por investigadores de la Universidad de Valencia y el Ivie, liderados por los profesores Francisco Pérez e Iván Arribas, destaca que el peso de las exportaciones en el PIB español ha pasado del 26% en 2008 al 39% en 2023, como consecuencia de la Gran Recesión. Sin embargo, el crecimiento medio en la Unión Europea fue mayor, alcanzando un 56%. En el caso de España, el incremento fue de 13 puntos porcentuales, en comparación con el 11,7% de la media europea.

El informe también resalta que, mientras España muestra una limitada ampliación de sus redes comerciales con otras economías, países como las economías asiáticas han experimentado una expansión muy dinámica en las últimas décadas. Estas naciones son altamente competitivas en términos de precio y tienen una creciente capacidad de producción de bienes intermedios y finales. Además, el estudio indica que la baja especialización de España en actividades de alto valor añadido y su dependencia de las importaciones restringen la capacidad de las exportaciones para generar ingresos nacionales.

En 2020, el 75% del valor de las exportaciones españolas correspondía a valor añadido doméstico, una cifra inferior al 77,4% de las economías avanzadas de Europa y muy por debajo del 92% de Estados Unidos. Esto significa que una parte significativa del valor de las exportaciones españolas proviene de bienes intermedios importados, lo que beneficia a la producción extranjera. "Parte de las ventas exteriores requiere la compra de materias primas y productos intermedios del extranjero", subraya el estudio.

Por sectores, las exportaciones de servicios administrativos presentaban un mayor contenido de valor añadido doméstico (90,6%), frente a las de equipos de transporte (59,7%). Además, solo el 25,7% del empleo generado por las exportaciones manufactureras es altamente cualificado, en comparación con el 34,9% en la Unión Europea. En los servicios, este porcentaje alcanza el 27,8%, también por debajo del de otros países avanzados.

La limitada presencia de España en mercados lejanos, pero en rápido crecimiento, su escasa especialización en sectores de alto valor añadido y su dependencia de las importaciones siguen restringiendo el potencial de generación de renta a partir de las exportaciones, concluyen los investigadores. En 2020, el 25% del valor de las exportaciones españolas era de origen importado, alcanzando el 34,8% en el caso de las manufacturas, en contraste con solo el 11,5% en los servicios. Ante la nueva fase de la globalización, los países más desarrollados han comenzado a externalizar tareas a naciones con mano de obra más barata y menos cualificada. En cuanto a la concentración regional de las exportaciones, el estudio apunta que esta tendencia está disminuyendo gradualmente en otros países europeos.

Respecto a los impactos de la covid-19 y la guerra de Ucrania en 2022, el informe señala que, a diferencia de la Gran Recesión, cuyos efectos sobre el comercio internacional fueron duraderos, la pandemia tuvo un impacto temporal. Tras el periodo de "hibernación" económica, el proceso de integración mundial se reanudó, impulsado por los servicios. En 2020, tanto el grado de apertura como el de conexión disminuyeron debido a la alteración de las cadenas de suministro globales, lo que llevó a las economías a buscar fuentes más cercanas. Sin embargo, las redes comerciales internacionales demostraron una gran resiliencia, permitiendo que en 2021 ambos indicadores volvieran a los niveles previos a la pandemia.

Durante la pandemia y el periodo posterior, España incrementó su grado de apertura, especialmente en el sector de productos metálicos, y mejoró ligeramente su grado de conexión, destacando en el ámbito agroalimentario. En general, los países más resilientes durante la pandemia fueron aquellos con una mayor concentración geográfica y sectorial de sus exportaciones, centradas principalmente en bienes intermedios.

Por otro lado, la guerra en Ucrania ha provocado efectos más duraderos, orientando los flujos comerciales en lugar de reducir los niveles de apertura y conexión. El impacto ha variado entre las economías, siendo más notable en las involucradas directamente en el conflicto. Rusia ha redirigido sus exportaciones hacia Asia y América del Sur sin afectar considerablemente su apertura comercial, mientras que Ucrania ha visto una mayor reducción en su grado de apertura y conexión, al enfocar sus exportaciones en Europa en detrimento del mercado asiático.

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