(El País, 04-04-2025) | Mercantil, civil y administrativo
Con un escenario propio de momentos clave, en la sala más emblemática de La Moncloa y rodeado de empresarios, Pedro Sánchez presentó un plan de ayudas de hasta 14.100 millones de euros para los sectores más perjudicados por la guerra arancelaria iniciada por Donald Trump. Su discurso recordó en varios aspectos a los pronunciados en plena pandemia, destacando el compromiso del Gobierno con la protección del tejido empresarial y laboral.
El presidente detalló algunos puntos de su "plan de respuesta y relanzamiento comercial", que incluye 7.400 millones en nueva financiación y el resto mediante herramientas ya disponibles. Su mensaje central fue claro: el Estado tiene un papel fundamental en situaciones como esta y se utilizarán todos los recursos públicos para apoyar a las empresas y los trabajadores afectados. Además, se busca transformar esta crisis en una oportunidad para diversificar mercados y fortalecer sectores clave. Entre las medidas anunciadas se encuentran dos líneas de avales del ICO por 6.000 millones, un fondo de inversión de 200 millones para nuevas plantas y un mecanismo RED para preservar empleos, similar a los ERTE aplicados durante la pandemia.
En su intervención, Sánchez recordó que en el pasado algunos gobiernos de España reaccionaron con pasividad ante crisis similares. Ante un auditorio de empresarios que acudían en busca de apoyo y que mostraron una recepción algo fría, defendió que, aunque muchos de ellos no compartan su orientación política, sus medidas de respaldo son esenciales en tiempos difíciles. Rechazó la actitud de anteriores administraciones que optaban por la inacción y señaló que su gobierno utilizará todas las herramientas a su disposición para proteger la economía, como ya lo hizo en situaciones previas como la pandemia, los conflictos bélicos o las catástrofes naturales.
El tono del discurso tuvo una fuerte carga política, estableciendo un contraste entre la visión de Trump y la extrema derecha internacional, en la que incluyó a Vox, y su propio modelo basado en el multilateralismo, la cooperación y la justicia social. Antes de la intervención, se proyectó un vídeo con una nueva campaña contra los aranceles impuestos por Trump, cuyo lema resalta la importancia de los valores europeos y la apertura comercial.
A diferencia de ocasiones anteriores en las que evitó mencionar directamente a Trump, esta vez el presidente español lo hizo en varias oportunidades. Criticó su enfoque proteccionista y rechazó la idea de que la Unión Europea imponga aranceles desproporcionados a EE.UU., señalando que en realidad se sitúan en torno al 3%. Según Sánchez, las nuevas medidas de Washington no responden a un equilibrio comercial, sino a una estrategia fiscal orientada a mitigar su propio déficit. Expresó su deseo de que Trump reconsidere su postura y afirmó haber hablado con la presidenta Von der Leyen para coordinar una respuesta desde Europa.
Aunque reconoció las dificultades que traerán los aranceles, intentó dar un mensaje optimista y de adaptación. Anunció que 5.000 millones del plan de recuperación se destinarán a las industrias más afectadas, como la automotriz, además de 2.000 millones en seguros de exportación y 500 millones para un plan de internacionalización de pequeñas y medianas empresas.
Sánchez subrayó que, aunque la guerra comercial representa un desafío para España y Europa, no impedirá el crecimiento económico. Rechazó las voces pesimistas que dudan de la capacidad de adaptación del país y destacó que la economía española es fuerte, abierta y atractiva para la inversión extranjera.
A partir de este momento, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, será el encargado de iniciar el diálogo con los grupos parlamentarios y los gobiernos autonómicos, en lugar del propio Sánchez, como pedía Alberto Núñez Feijóo. El presidente resaltó la actitud constructiva de los agentes sociales, incluida la patronal, con quienes busca una alianza similar a la que se forjó durante la pandemia. Con este enfoque, pretende restar fuerza a las posiciones más críticas del PP y Vox, reforzando la idea de unidad frente a la crisis.
Sánchez también hizo hincapié en el peligro de una visión del mundo basada en el conflicto y la competencia extrema, donde el progreso de unos implica el retroceso de otros. Rechazó esta mentalidad y defendió que la mejora de derechos laborales, la lucha contra el cambio climático o la igualdad de género no son obstáculos para el crecimiento económico, sino pilares fundamentales para el desarrollo sostenible.
Finalizó asegurando que esta crisis se superará sin renunciar a los valores que definen el modelo económico y social del país. Reiteró el compromiso de su gobierno con la justicia social, la cohesión territorial y la equidad, dejando claro que no cederán ante el miedo ni el cortoplacismo. Insistió en la necesidad de actuar unidos y evitar divisiones innecesarias, ya que este conflicto arancelario no distingue entre ideologías, sino que afecta a todos por igual.