(Expansión, 12-02-2025) | Fiscal
La prevención se ha convertido en el principal trabajo de los fiscalistas
Los contribuyentes, tanto empresas como particulares, buscan evitar la incertidumbre y los elevados costes económicos y temporales que conllevan los largos procesos judiciales. En España, un caso que llega al Tribunal Supremo puede tardar más de una década en resolverse. A pesar de los esfuerzos por actuar con cautela, la litigiosidad tributaria sigue en aumento. Las causas principales de este fenómeno son una normativa inestable, la estricta interpretación de la Administración y el exhaustivo control de la Inspección sobre las operaciones. Los expertos en derecho fiscal coinciden en que esta elevada conflictividad no favorece ni a los contribuyentes ni a la Administración. De hecho, el creciente volumen de casos ha llevado a los despachos, tanto grandes como pequeños, a reforzar sus áreas especializadas en procedimientos tributarios. En juego están 11.461 millones de euros, correspondientes a deudas cuya ejecución quedó suspendida en 2021 debido a recursos o reclamaciones. Esta alta litigiosidad tampoco beneficia a la Administración, que en muchas ocasiones debe pagar intereses cuando pierde los procedimientos. "Es un aspecto que la Agencia Tributaria debería mejorar, ya que en numerosos casos los intereses de demora derivan de retrasos en la tramitación de devoluciones o de resoluciones y sentencias desfavorables que obligan a devolver dinero a los contribuyentes", reconocen desde el propio organismo. Entre 2015 y 2021, la Agencia Tributaria ha desembolsado más de 1.628 millones de euros en intereses de demora, con cifras anuales que han oscilado entre los 220 y los 344 millones de euros. Estos datos reflejan que cualquier contribuyente puede enfrentarse a un conflicto con Hacienda, lo que supone un coste tanto financiero como reputacional. ¿Vale la pena litigar contra la Agencia Tributaria? Eduardo de Urbano, of counsel en Kepler-Karst y magistrado en excedencia, sostiene que sí. "Todavía hay esperanza en la Justicia, es importante defenderse ante Hacienda", afirma. Según De Urbano, la Agencia Tributaria ejerce una fuerte presión sobre los contribuyentes para que reconozcan la deuda y acepten su criterio. En los casos de delito fiscal, esta presión es aún mayor. "Las penas pueden llegar hasta seis años de prisión y sanciones de hasta seis veces el importe defraudado. Si el contribuyente acepta la conformidad, la pena y la multa pueden reducirse significativamente", explica. Sin embargo, insiste en que, cuando hay margen, es recomendable defenderse y abordar el caso como cualquier otro proceso penal. "Los tribunales están actuando y merece la pena luchar", señala. No obstante, advierte que los litigios fiscales son complejos y requieren un profundo análisis por parte de jueces y magistrados. "La falta de recursos en la Justicia hace que algunos casos tarden en programarse dos o tres años, y en total, el procedimiento puede extenderse hasta una década", comenta. "No es razonable", añade, "ya que deja al contribuyente en una situación de incertidumbre prolongada y con una gran presión". Ante esta situación, muchos contribuyentes han optado por una estrategia de protección ante posibles litigios: los seguros de responsabilidad fiscal para empresas e inversores. Estos productos, conocidos como tax liability insurance, han ganado popularidad debido a la inestabilidad normativa y la falta de certezas fiscales, permitiendo trasladar el riesgo de un eventual conflicto con Hacienda. "Es una solución innovadora, flexible y eficaz para brindar seguridad a los inversores, ya que convierte una posible contingencia fiscal incierta en un coste fijo y previsible, como es la prima del seguro", explica Ricardo García-Borregón, socio del Departamento de Derecho Tributario de Ashurst. Este tipo de seguro cubre riesgos fiscales en situaciones ambiguas, es decir, casos en los que existe incertidumbre sobre la interpretación de la norma por parte de la Administración o los tribunales. No obstante, no cubre errores evidentes ni actos dolosos o fraudulentos. Las posiciones aseguradas deben estar respaldadas por una interpretación razonable de la normativa y ser validadas por un asesor fiscal externo. Pablo Serrano de Haro, socio global de Fiscal en Clifford Chance, confirma el auge de este producto. "Es una herramienta que utilizamos con frecuencia y que ha funcionado durante años en muchas jurisdicciones extranjeras", señala. A su juicio, "su crecimiento es una muestra de la mayor sofisticación del mercado de fusiones y adquisiciones en España". Mientras tanto, el Tribunal Supremo tiene entre manos un asunto clave para los contribuyentes en litigios fiscales: la legalidad de las sanciones impuestas por la Agencia Tributaria cuando el inspector no encuentra indicios de infracción. Actualmente, se estudia la práctica de algunos inspectores jefes que imponen sanciones sin haber participado en la investigación, desestimando la valoración del inspector encargado del caso.
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