(Expansión, 14-04-2025) | Mercantil, civil y administrativo

La Administración Trump ha anunciado que la exención arancelaria que actualmente beneficia a productos como teléfonos móviles, ordenadores portátiles y microchips tiene los días contados. En uno o dos meses, estos artículos estarán sujetos a tarifas específicas. Este anuncio llega tras haber provocado un fuerte impacto en los mercados financieros, comparable al que generó en su momento la crisis de las hipotecas subprime, y tras haber desconcertado incluso a figuras destacadas del entorno empresarial cercano al presidente. Ahora, Trump parece haber levantado parcialmente el pie del acelerador, generando una tregua tensa e incierta, ya que su estrategia consiste, aparentemente, en mantener en constante incertidumbre a los mercados con decisiones imprevisibles.

Primero, el presidente estadounidense ordenó una reducción temporal de 90 días en los aranceles recíprocos, bajando del 20% al 10% para la mayoría de los países, excepto China. Posteriormente, anunció una exención de tarifas para ciertos productos electrónicos como smartphones, laptops y componentes tecnológicos clave. Sin embargo, ayer se encargó de enfriar cualquier expectativa de que esta medida significara un giro hacia la moderación en su guerra comercial, al aclarar que dicha exención es solo provisional.

"Todos esos productos se clasificarán como semiconductores y estarán sujetos a tarifas específicas", explicó el secretario de Comercio, Howard Lutnick, quien en una entrevista para ABC News confirmó que los nuevos aranceles se implementarán previsiblemente en un plazo de entre uno y dos meses.

Este matiz resulta crucial, ya que, aunque pueda aumentar la confusión entre los actores económicos, la Casa Blanca quiere evitar que sus oscilaciones se interpreten como señales de debilidad. De hecho, estas aclaraciones se produjeron después de que China interpretara la exención como un gesto de corrección por parte de Estados Unidos respecto a la imposición unilateral de aranceles. El Ministerio de Comercio chino calificó la medida como "un pequeño paso en la dirección correcta", al tiempo que urgió a Washington a eliminar completamente los aranceles.

Trump ya había adelantado el sábado que hablaría sobre el tema de los semiconductores, aunque sin entrar en detalles. Ayer, Lutnick amplió la información, subrayando que "necesitamos semiconductores, chips y pantallas fabricadas en Estados Unidos. No podemos depender del Sudeste Asiático (...). Esto no será una exención permanente (...). Es una cuestión de seguridad nacional".

Esta advertencia representa un revés para gigantes tecnológicos como Apple y Nvidia. En el caso de Apple, aproximadamente el 80% de los iPhones vendidos en EE.UU. se ensamblan en China, y el 20% restante en India. Aunque la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que estas compañías están acelerando el proceso para trasladar su producción a territorio estadounidense, se trata de un cambio que no puede lograrse de forma inmediata.

Las declaraciones de Lutnick dejan claro que la ofensiva comercial de Trump está lejos de haber terminado. La gran incógnita es si aún existe margen para que Estados Unidos y China encuentren un punto de encuentro que evite una guerra económica abierta. Actualmente, ambos países se aplican mutuamente aranceles del 145% y 125%, respectivamente, lo que prácticamente bloquea el comercio entre ellos. De continuar esta confrontación, las consecuencias podrían ser muy graves para la economía global. Según cálculos de la Comisión Europea, en el peor escenario posible, la economía de EE.UU. podría perder hasta un 3,3% de su crecimiento potencial, mientras que para la Unión Europea el impacto sería bastante menor, estimado en torno al 0,6%.

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