(El País, 20-02-2025) | Fiscal

María Jesús Montero ya había debatido intensamente con cuatro diputados del PP, y el tono del discurso de la oposición se mantenía similar cuando llegó el turno de José María Figaredo, representante de Vox. En ese momento, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda se dirigió directamente a Figaredo, una de las figuras jóvenes a las que Santiago Abascal ha dado protagonismo en el Congreso tras la sucesión de deserciones en su partido.

Montero tuvo que compensar este miércoles su ausencia en la sesión de control de la semana anterior, cuando justificó su falta por motivos de salud, algo que la oposición cuestionó. Su comparecencia coincidió con la reciente tensión dentro del Gobierno sobre la aplicación del IRPF al salario mínimo, enfrentamiento que la había puesto en el foco junto a la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Mientras Montero respondió a seis preguntas en una intensa jornada parlamentaria, Díaz solo tuvo que enfrentar una. No obstante, ni sus palabras ni las imágenes captadas desde el banco azul evidenciaron signos del desacuerdo que las ha separado en los últimos días.

El debate dejó clara una cuestión: las diferentes corrientes de la derecha, ya sean de ámbito nacional o catalán, han intensificado su discurso contra la presión fiscal. Aunque nadie llevó la crítica tan lejos como Figaredo, los dirigentes del PP, Cuca Gamarra y Juan Bravo, hicieron referencia al "infierno fiscal", mientras que Junts optó por el término "expolio fiscal" en Cataluña, una expresión repetida por su portavoz, Míriam Nogueras, y su responsable económico, Josep Maria Cruset. Nogueras acusó al Gobierno de utilizar Hacienda para castigar a Cataluña con más inspecciones y notificaciones que en otras regiones, perjudicando a "quienes representan la cultura del esfuerzo", mientras que "otros se benefician sin trabajar". Sin embargo, no especificó a quiénes se refería con la expresión catalana "penques", que tradujo como "jetas".

La ofensiva contra Montero terminó eclipsando el intercambio entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, donde también se abordó la cuestión fiscal. A diferencia de la semana pasada, cuando el líder del PP evitó centrarse en la controversia sobre el IRPF del salario mínimo, en esta ocasión fue directo y acusó al presidente de "saquear a los trabajadores españoles". Con ironía, afirmó que bajo el Gobierno de Sánchez, "los mileuristas son ahora los nuevos ricos". Esto dio pie a un cruce de cifras: mientras Feijóo enumeraba gastos que consideraba innecesarios en lo que calificó como "el Gobierno más costoso de la democracia", Sánchez respondía comparando el incremento del salario mínimo, las pensiones y el número de cotizantes a la Seguridad Social con los datos de la gestión del PP.

El debate parlamentario no estuvo exento de declaraciones polémicas. Feijóo exageró al afirmar que en España "es más fácil conseguir una vivienda si se ocupa ilegalmente que si se trabaja honestamente". Sánchez, por su parte, recurrió a una comparación inesperada para atacar al PP: "Usted es para la política española lo que la criptomoneda de Milei para los argentinos: un gran engaño". Pero la crítica más punzante de Sánchez a Feijóo llegó cuando este ya no estaba en el hemiciclo. Aprovechando la intervención de Oskar Matute, de EH Bildu, sobre la crisis de vivienda, Sánchez atacó a los populares al insinuar que solo les preocupan dos viviendas en particular: "Un ático en Chamberí [residencia de Isabel Díaz Ayuso y su pareja] y un chalé en Moaña con acceso privado a la playa [propiedad de la pareja de Feijóo]".

Montero, por su parte, defendió con insistencia la tributación del salario mínimo, argumentando que no se trata de recaudar más, sino de evitar una pérdida de 2.000 millones en ingresos públicos. Rechazó además la acusación del PP de haber aumentado la carga fiscal a las clases medias y trabajadoras. Junts continuó con sus críticas a través de Cruset, quien enumeró una serie de impuestos sobre servicios como peluquerías y funerales. Montero replicó que, si realmente se hubieran incrementado los impuestos a las clases medias, habría sido con el apoyo de Junts, cuyo respaldo es clave para la mayoría gubernamental en el Congreso.

Esta jornada parlamentaria dejó entrever una dinámica que probablemente se repetirá en los próximos meses: la ofensiva del PP contra Montero no solo buscaba debilitar su gestión en Hacienda, sino también desgastar su figura de cara a su futuro liderazgo en el PSOE andaluz. En esta estrategia se implicó especialmente Elías Bendodo, quien lanzó comentarios sarcásticos sobre los conflictos internos que, según él, Montero enfrentará en el PSOE andaluz. La ministra respondió con contundencia y levantó las protestas del PP al acusar a Bendodo de mantener con ella y con Yolanda Díaz una actitud "machista".

Mientras tanto, el Gobierno cerró filas ante los intentos de la oposición de explotar sus discrepancias internas. Miguel Tellado, portavoz del PP, intentó provocar a Yolanda Díaz con una pregunta condescendiente: "¿Cree que le merece la pena seguir en el Ejecutivo?". La vicepresidenta segunda esquivó el golpe recurriendo a datos para contrastar su política laboral con la del PP y remató con una respuesta firme: "Siempre merece la pena mejorar la vida de la gente".

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