(El Confidencial, 03-03-2025) | Fiscal

Los impuestos sobre el trabajo constituyen la principal fuente de ingresos en la mayoría de los países de la Unión Europea, representando más de la mitad de la recaudación fiscal total. En España, esta vía ha cobrado aún más relevancia en los últimos años debido al crecimiento del empleo tras la pandemia y al impacto de la inflación. La falta de actualización de los tramos del IRPF en función de los incrementos salariales derivados del alza de los precios ha contribuido a este fenómeno.

Sin embargo, un informe reciente de la Comisión Europea advierte que, a medio plazo, el envejecimiento de la población supondrá un desafío para la sostenibilidad de los impuestos sobre el trabajo. La reducción de la población activa traerá consigo un descenso en la recaudación fiscal por esta vía, lo que hará necesario explorar nuevas fórmulas de financiación. Ante este panorama, los expertos comunitarios proponen un cambio en el enfoque tradicional y sugieren aumentar los impuestos sobre las rentas del capital, tanto a nivel personal como empresarial.

El informe refleja una clara tendencia demográfica a la baja. Aunque la población en edad de trabajar sigue aumentando en la UE y en España, este crecimiento se debe en gran medida a la llegada de inmigrantes. De hecho, ya se observa un leve descenso en la población activa nacida dentro de las fronteras comunitarias, una tendencia que se acentúa en España. Las previsiones de Eurostat indican que la zona euro comenzará a perder habitantes a partir de 2040, a pesar de los flujos migratorios positivos, y que la población activa de entre 20 y 64 años se reducirá en un 13% (equivalente a 27 millones de personas) entre 2022 y 2070. Además, se estima que la edad media en la UE pasará de 44,9 años en 2022 a 50,4 años en 2100.

Este cambio demográfico implicará un aumento del gasto en pensiones, sanidad y asistencia de larga duración, lo que, según la Comisión Europea, será difícil de afrontar sin diversificar las fuentes de ingresos fiscales. "Es probable que los sistemas fiscales nacionales necesiten desplazar parte de la carga impositiva sobre el trabajo", sostienen los expertos, ya que "el envejecimiento de la población pondrá en duda la capacidad recaudatoria de estos impuestos". En este contexto, la Comisión aboga por una mayor tributación sobre las rentas del capital, una base impositiva que históricamente ha estado menos gravada debido a la facilidad con la que el capital puede moverse entre países.

El informe clasifica dentro de la imposición sobre el trabajo tanto el IRPF como las cotizaciones sociales, ya sean abonadas por empleados o empleadores. En el caso del capital, engloba los tributos aplicados a las rentas obtenidas por hogares, empresas y autónomos. Los últimos datos disponibles, correspondientes a 2022, reflejan una recaudación estable en España por este concepto, mientras que en la UE se observa una ligera tendencia al alza. Sin embargo, a lo largo de los años, los ingresos fiscales por capital han ocupado el tercer lugar, por debajo de los impuestos al consumo y al trabajo.

Los técnicos de la Comisión también destacan un cambio en la perspectiva económica sobre la tributación del capital. Mientras que la teoría clásica sostenía que gravar en exceso las rentas del capital desincentivaba el ahorro e impactaba negativamente en la inversión y el crecimiento económico, estudios más recientes cuestionan estas afirmaciones. Según el informe, muchos de estos análisis previos se basaban en "modelos demasiado simplificados y, en algunos casos, empíricamente invalidados". Los nuevos enfoques sugieren que una mayor tributación de las ganancias de capital podría incrementar la recaudación sin afectar gravemente la actividad económica, además de contribuir a reducir la evasión fiscal y la desigualdad.

En cuanto al Impuesto de Sociedades, el documento debate si un aumento de los tipos impositivos afecta al crecimiento económico. La conclusión es que el impacto depende del contexto económico general, las condiciones financieras y la facilidad con la que el capital puede trasladarse entre países. Además, se señala que las grandes corporaciones con presencia en varios países pueden minimizar su carga fiscal trasladando beneficios a jurisdicciones con menores impuestos, lo que en la UE puede suponer una reducción de hasta un 20% en la recaudación de este impuesto.

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