(Cinco Días, 12-02-2024) | Mercantil, civil y administrativo

La expectativa de nuevas reducciones en los tipos de interés y el creciente interés de los inversores siguen impulsando a la baja la rentabilidad de las letras del Tesoro. En la última subasta, el organismo ha colocado 2.550 millones de euros en deuda a tres y nueve meses, alcanzando los tipos más bajos en más de dos años. Aunque estos rendimientos están lejos del 4% que rozaron en su momento, cuando los bancos centrales intensificaron su lucha contra la inflación, siguen resultando atractivos. Ante la volatilidad del mercado bursátil, la deuda pública se percibe como una opción segura, lo que se refleja en una demanda total de 6.039,5 millones de euros, con una ratio de cobertura de 2,37 veces la oferta.

La mayor parte de la emisión, 1.450 millones de euros, ha correspondido a las letras a nueve meses, cuya rentabilidad marginal ha descendido 24 puntos básicos, situándose en el 2,257%, el nivel más bajo desde octubre de 2022. Tras la caída de la demanda por parte de los inversores minoristas en la subasta de enero, ahora se ha registrado un leve repunte, alcanzando los 208,89 millones. No obstante, esta cifra sigue lejos del récord de 1.013 millones registrado hace un año para esta referencia.

Los 1.100 millones restantes se han colocado en deuda a tres meses, con un interés del 2,445%, por debajo del 2,516% de la puja anterior y en su nivel más bajo en dos años. Dentro del abanico de letras, las referencias a tres y seis meses se mantienen como las más rentables. Las letras a seis meses ofrecen un rendimiento del 2,495%, superior al 2,221% y al 2,257% de las emisiones a 12 y nueve meses, respectivamente. Esta mayor rentabilidad ha impulsado la demanda por parte de los ahorradores, con órdenes no competitivas -que representan en gran parte la inversión minorista- elevándose a 639,10 millones, muy por encima de los 266,25 millones del mes anterior. Además de su atractivo rendimiento, el interés de los particulares confirma la estacionalidad de este tipo de producto.

En un escenario donde los inversores se acostumbran a convivir con una volatilidad elevada, la renta fija ha comenzado a mostrar una correlación negativa con la renta variable. En las últimas semanas, se ha observado cómo la venta acelerada de acciones ha ido acompañada de un aumento en la compra de deuda. Durante meses, los inversores han apostado por títulos a plazos más largos, pero con la orientación inflacionista de la política económica en Estados Unidos, los valores a corto plazo están ganando atractivo como refugio seguro. A ello se suma que, a diferencia de años anteriores, estos activos siguen ofreciendo rentabilidades interesantes.

La próxima cita del Tesoro en los mercados será el 20 de febrero con una emisión de deuda a medio y largo plazo. Además, el organismo liderado por Paula Conthe está pendiente de lanzar la segunda emisión sindicada del año, que tradicionalmente se destina a colocar deuda con vencimientos de entre 15 y 30 años. En 2023, se adjudicaron 6.000 millones de euros en bonos con vencimiento en 2054, marcando la primera emisión a ese plazo en dos años, desde que el Banco Central Europeo abandonó la política de tipos de interés cero.

El fuerte interés por la deuda a corto plazo también se refleja en las emisiones con vencimientos más largos. Un ejemplo de ello es la operación realizada a comienzos de año, en la que el Tesoro captó 15.000 millones de euros con una demanda de 139.000 millones, superando incluso el récord de 138.000 millones alcanzado el año anterior, justo antes de la quinta bajada de tipos por parte del BCE.

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