(El Economista, 06-03-2025) | Laboral
España es el país de la Unión Europea que más empleo genera, según los datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). Sin embargo, esos nuevos trabajadores también son los más propensos a perder su empleo, lo que explica por qué España sigue liderando la tasa de desempleo en los Veintisiete. La clave de esta paradoja radica en la elevada transición del empleo al paro: cada trimestre, el 2,9% de los empleados en España pierde su trabajo, más del doble del promedio europeo, que se sitúa en el 1,3%. A pesar de la reforma laboral implementada hace tres años, esta brecha sigue sin cerrarse.
Este fenómeno a menudo pasa desapercibido debido a la fortaleza del crecimiento económico español en un contexto europeo de estancamiento. Según los últimos datos comparables de Eurostat, en el tercer trimestre del año, alrededor de 761.000 desempleados en España encontraron trabajo, la cifra más alta de la UE. Esto representa el 27,1% de los desempleados, aunque España no encabeza la lista en términos de tasa de inserción laboral, ocupando la sexta posición detrás de Dinamarca, Países Bajos, Estonia, Austria e Irlanda. La razón es que estos países tienen una población desempleada mucho menor en comparación con España, que sigue teniendo el mayor número de parados de la UE.
El problema persiste porque, en el mismo período, aproximadamente 605.000 trabajadores pasaron al desempleo, lo que equivale al 2,9% de los empleados del trimestre anterior. En este aspecto, España lidera tanto en términos absolutos como porcentuales dentro del continente europeo. A pesar de que el saldo neto sigue siendo positivo, esta tendencia plantea diversas incógnitas sobre la estabilidad del empleo.
Un estudio reciente de Fedea y BBVA Research señala que este porcentaje ha disminuido significativamente desde 2016, cuando la media era del 4,2%. No obstante, los expertos advierten que la reducción se ha estancado desde 2022. Este estancamiento no concuerda ni con la mejora del empleo ni con los efectos de la reforma laboral sobre la reducción de la temporalidad, lo que indica que la nueva normativa no ha tenido impacto en la disminución de la pérdida de puestos de trabajo.
A pesar de los avances en los últimos años, el hecho de que España siga teniendo la mayor probabilidad de pérdida de empleo no solo representa un problema para el mercado laboral, sino también para la competitividad de la economía. Esto resulta aún más preocupante considerando que la reforma laboral se planteó como una solución para reducir drásticamente la inestabilidad laboral.
En los últimos tres años, España ha pasado de ser el país con más asalariados con contrato temporal al tercero, por detrás de Países Bajos y Portugal. Sin embargo, este cambio no se ha traducido en una reducción de las tasas de despido, que llevan prácticamente estancadas desde 2022. El estudio, dirigido por Florentino Felgueroso y Rafael Doménech, compara la evolución de España con la de otros países como Francia, Italia, Países Bajos y Portugal para analizar esta tendencia.
Los datos de Eurostat muestran que solo Luxemburgo (2,6%), Estonia (2,2%) y Finlandia (2,1%) superan el umbral del 2% en la tasa de transición del empleo al desempleo, mientras que España se mantiene cerca del 3%. En el extremo opuesto, países como Bulgaria, República Checa, Polonia y Hungría registran tasas inferiores al 0,5%, al igual que Grecia, Italia y Alemania, que se sitúan en el 0,8%.
Este análisis estaría incompleto sin considerar otro factor: los empleados que, tras perder su trabajo, no buscan uno nuevo de inmediato y, por lo tanto, no se contabilizan como desempleados en el trimestre siguiente, sino que pasan a formar parte de la población inactiva. En España, este grupo representa un 3%, lo que eleva la tasa total de salida del empleo al 5,9%. A pesar de ser un dato significativo, sigue siendo inferior al de Finlandia (7,8%) y Luxemburgo (6,2%).