(El Confidencial, 22-01-2025) | Fiscal
Los aranceles anunciados por Donald Trump serán una realidad, aunque aún no se conoce su alcance exacto. Lo que sí está claro es que la primera reacción de los mercados tras su discurso de investidura fue un debilitamiento del dólar, moneda que podría ser la más beneficiada si se incrementan los aranceles, dado que la Reserva Federal adoptaría una postura más cautelosa respecto a las tasas de interés. Este lunes, el dólar retrocedió alrededor de un 1%, marcando una leve caída después de cuatro meses consecutivos de fortalecimiento que lo acercaron a la paridad con el euro.
En su primer día como presidente, Trump adelantó la posibilidad de imponer aranceles del 25% a México y Canadá, sus socios en el Tratado de Libre Comercio, aunque sin especificar plazos. Según los mercados, la implementación de estas medidas podría no ser inmediata, a pesar de algunas declaraciones previas del mandatario. Esto sugiere que, por ahora, los actores económicos están adoptando una postura de espera. No obstante, una vez que los aranceles entren en vigor, tendrán un impacto significativo en el comercio mundial y en la economía de Estados Unidos.
El Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE) ya advertía recientemente que los consumidores estadounidenses enfrentarán precios más altos en productos importados si Trump cumple con su política arancelaria. Esto responde a una lógica sencilla: los aranceles encarecen la venta de bienes en un territorio, lo que inevitablemente aumenta el precio final para el comprador. Además, estas tarifas no solo afectarán productos terminados, como los que se encuentran en tiendas, sino también bienes intermedios, utilizados en la fabricación de otros productos. Este último caso impacta directamente a China, que domina sectores como la maquinaria eléctrica y electrónica.
China, según el PIIE, es el principal proveedor de juguetes y equipos deportivos de Estados Unidos, responsable del 40% de las importaciones de calzado y cerca del 25% de productos electrónicos, textiles y prendas de vestir. Solo la maquinaria y la electrónica procedentes de China representan un valor de aproximadamente 120.000 millones de dólares, lo que subraya la magnitud del posible impacto arancelario.
Europa también se encuentra en la mira de Trump, aunque con ciertas particularidades. Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea están reguladas, en parte, por una Declaración conjunta firmada en 2021, lo que implica que cualquier cambio en las reglas actuales, como la imposición de aranceles, podría tener implicaciones geopolíticas. A pesar de ser el principal socio comercial y de inversión de la UE, no existe un tratado de libre comercio específico entre ambos bloques, lo que da a la administración de Trump un amplio margen de maniobra.
Las negociaciones para establecer la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) comenzaron en 2013, pero fracasaron en 2016. Actualmente, el comercio transatlántico opera bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con aranceles promedio inferiores al 3%. Sin embargo, Trump ha prometido establecer aranceles de entre el 10% y el 60%, dependiendo de la región, siendo más bajos para aliados estratégicos y más altos para otras zonas, aunque estos detalles están sujetos a negociación.
La relación transatlántica es crucial para la economía global, ya que ambos territorios representan un tercio del comercio mundial de bienes y servicios y una proporción similar del PIB global en términos de poder adquisitivo. Por ello, la Comisión Europea ha adoptado un enfoque prudente frente a las amenazas de Trump, quien ya ha anunciado su intención de aprobar de manera urgente un centenar de órdenes ejecutivas, algunas de las cuales podrían afectar directamente al comercio.