(Expansión, 06-03-2025) | Mercantil, civil y administrativo
La Comisión Europea (CE) ha revelado finalmente algunos detalles sobre su plan de apoyo al sector automovilístico europeo, en respuesta a la amenaza proteccionista de EE.UU. y la creciente competencia de China. Aunque el sector esperaba con gran interés el anunciado Plan de Acción, la reacción ha sido mixta: si bien se atiende su principal demanda, persisten dudas e incertidumbres en varios aspectos clave.
Como adelantó la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, el punto más destacado del plan es la flexibilización de los plazos para cumplir con la normativa europea de emisiones CAFE, cuyo estricto calendario ponía en riesgo la viabilidad de algunos fabricantes debido a las posibles sanciones millonarias. Con esta medida, Bruselas busca respaldar a su industria automovilística en un momento complejo, marcado por la caída de ventas en Europa y Asia, la incertidumbre regulatoria y la débil demanda de vehículos eléctricos en el continente.
Los principales fabricantes de automóviles a nivel mundial han invertido más de 200.000 millones de euros en el desarrollo de la tecnología eléctrica, impulsados por la exigente normativa europea que, a partir de 2025, imponía un límite de 93,6 gramos de CO2 por kilómetro en las emisiones medias de los vehículos en la UE. Sin embargo, grandes marcas como Volkswagen, Stellantis y Renault están teniendo dificultades para recuperar esas inversiones, debido a la tibia respuesta del mercado.
Para aliviar esta presión, Bruselas ha decidido conceder mayor flexibilidad en la aplicación de la norma CAFE, que contemplaba multas de 90 euros por cada gramo de CO2 excedido por vehículo a partir de 2025. Con la nueva medida, los fabricantes podrán superar los límites en 2025, 2026 y 2027, siempre que al final de ese período la media de emisiones se ajuste a los 93,6 gramos establecidos.
Este enfoque, inspirado en el modelo británico, brinda a los fabricantes margen para seguir comercializando vehículos de combustión, especialmente híbridos, mientras el mercado de los eléctricos se fortalece. "Cumpliremos con los objetivos de emisiones pactados, pero con un enfoque más pragmático y flexible. Nuestro objetivo es una industria automovilística europea sostenible, competitiva e innovadora, que beneficie a la ciudadanía, la economía y el medio ambiente", afirmó Von der Leyen.
La flexibilización de la norma CAFE también busca evitar que rivales estadounidenses como Tesla o chinos como BYD se beneficien de los pagos de los fabricantes europeos por la compra de derechos de emisión, ya que sus modelos eléctricos no generan CO2.
Otro de los aspectos más esperados del plan era la posible implementación de un programa europeo de ayudas a la compra de coches eléctricos. Sin embargo, el documento no ofrece una respuesta clara y parece descartar esa opción en el corto plazo. La Comisión Europea deja abierta la posibilidad, pero enfatiza la necesidad de coordinar mejor los incentivos que ya han puesto en marcha los Estados miembros.
"La CE iniciará de inmediato un trabajo conjunto con los Estados miembros para intercambiar buenas prácticas y experiencias sobre los programas de ayuda a los consumidores. Estas discusiones darán lugar a una recomendación de la Comisión, que también identificará fondos europeos que los países podrán utilizar para financiar estos incentivos", señala el documento.
Si bien el plan no presenta un calendario preciso ni asignaciones presupuestarias detalladas, sí pone énfasis en la protección de la industria europea, con especial atención a la soberanía estratégica y al fortalecimiento de la producción de baterías para vehículos eléctricos en la región. En este sentido, la CE destinará 1.800 millones de euros en los próximos dos años, a través del Fondo de Innovación, para apoyar la fabricación de baterías en la UE y fomentar que los vehículos eléctricos comercializados en Europa integren componentes de producción local.