(El Confidencial, 29-11-2024) | Mercantil, civil y administrativo

Donald Trump no era el candidato preferido en Europa, ni tampoco del Banco Central Europeo (BCE). Su discurso proteccionista entra en conflicto con el enfoque multilateral de la Unión Europea, más favorable a los tratados de libre comercio. Aunque durante la campaña electoral pocos líderes europeos expresaron abiertamente su oposición por temor a represalias si Trump ganaba, ahora, con ese escenario convertido en realidad, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha optado por un enfoque pragmático. En una entrevista con el Financial Times, Lagarde instó a los líderes europeos a evitar una guerra comercial mediante la negociación, sugiriendo acuerdos con Trump para la compra de productos estadounidenses como gas natural licuado y equipos militares. Según ella, esta estrategia sería más eficaz que un enfoque de represalias que podría desencadenar un ciclo perjudicial de sanciones mutuas. "En una confrontación de ojo por ojo, todos pierden", advirtió.

Lagarde no olvida la primera presidencia de Trump, cuando las tensiones comerciales entre Europa y Estados Unidos derivaron en un intercambio de aranceles. Productos europeos como la aceituna, el vino y el queso se vieron afectados, y Bruselas respondió gravando bienes agrícolas e industriales estadounidenses como el tabaco, los cacahuetes y las nueces.

Las promesas de campaña de Trump apuntan a un posible retorno a esas políticas, lo que Lagarde considera perjudicial no solo para Europa, sino también para Estados Unidos. "Una guerra comercial a gran escala no beneficia a nadie y podría reducir el PIB global", advirtió. Esa desaceleración económica dificultaría que Trump cumpla su lema de "Hacer América grande de nuevo" (Make America Great Again). Lagarde cuestionó cómo se podría lograr ese objetivo si la demanda mundial disminuye. Incluso China, también blanco de las políticas arancelarias de Trump, ha coincidido con Lagarde al señalar que un conflicto comercial global sería perjudicial para todas las partes.

En la entrevista, realizada antes de que Trump amenazara con nuevos aranceles inmediatos a México, Canadá y China, Lagarde calificó como "interesante" que Trump propusiera una horquilla de aranceles del 10% al 20% para las importaciones no chinas. Según algunos analistas, esto podría interpretarse como una táctica de negociación, en lugar de una decisión definitiva.

Sobre el impacto en la eurozona, Lagarde afirmó que es pronto para evaluar los efectos de los aranceles, aunque señaló que podrían tener un impacto "ligeramente inflacionista" a corto plazo. No obstante, aclaró que esto depende de factores como el tipo de arancel, los productos afectados y la duración de las medidas.

Lagarde fue una de las pocas figuras públicas que se atrevió a criticar abiertamente a Trump antes de que su victoria fuera clara. En enero, recordó cómo su primer mandato representó una amenaza. Ahora, considera que su regreso podría ser un estímulo para la Unión Europea, alentando reformas pendientes como la unión de capitales. "No había visto tal nivel de comprensión y entusiasmo como el que existe ahora", afirmó, mencionando iniciativas como el informe Draghi y el informe Letta. Lagarde sugirió incluso transformar la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) en un organismo similar a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

La presidenta del BCE reconoció que la brecha entre Europa y Estados Unidos se ha ampliado en las últimas décadas. Sectores dominados por gigantes tecnológicos -como la telefonía móvil, el comercio electrónico o la inteligencia artificial- están liderados por empresas estadounidenses o chinas. Aunque Europa ha tomado la delantera en regulación, como con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), está rezagada en innovación y desarrollo de empresas punteras. "Europa está quedándose atrás, pero eso no significa que no pueda recuperar el terreno perdido", concluyó.

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