(Expansión, 24-04-2025) | Mercantil, civil y administrativo
Los efectos de la guerra comercial ya comienzan a sentirse en Europa. Así lo ha señalado Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), quien reconoció que "estamos empezando a notar un empeoramiento en los datos de crecimiento económico". Aunque todavía no se refleja claramente en las exportaciones debido al aumento de los inventarios, Lagarde indicó que las tensiones comerciales ya están impactando en algunos indicadores clave como los índices PMI o las encuestas sobre expectativas de contratación, inversión y consumo.
"Esta desaceleración es un fenómeno global", afirmó Lagarde. Durante un foro sobre liderazgo organizado por el Washington Post, la presidenta del BCE dejó entrever que el organismo podría revisar nuevamente a la baja sus previsiones de crecimiento en la reunión de política monetaria programada para junio. En su última actualización, en marzo, el BCE estimó un crecimiento del 0,9% para este año. Si se concreta una nueva corrección, sería el cuarto trimestre consecutivo en el que se recortan las expectativas de crecimiento del PIB.
Por otro lado, los primeros cálculos de la Comisión Europea sitúan el impacto potencial de la guerra comercial en hasta un 0,6% del PIB europeo si los aranceles actuales se mantienen en el tiempo. En ese contexto, Lagarde recordó que, a pesar de la tregua acordada recientemente por Donald Trump, los aranceles que Estados Unidos impone a Europa se mantienen en torno al 13,5% de media.
No obstante, el BCE no prevé que se produzca una recesión en el corto plazo como consecuencia directa de la guerra comercial, ya que, según Lagarde, "la economía europea ha desarrollado mayor capacidad de resistencia frente a los choques externos". Aun así, el debilitamiento de la economía podría venir acompañado de una moderación en la inflación. Tal como apuntó Lagarde, si no se responde con nuevas subidas de aranceles que eleven los precios, este tipo de choque externo tendería a reducir la inflación.
Este escenario, a diferencia del estadounidense, podría abrir la puerta a nuevas bajadas de los tipos de interés por parte del BCE. En su última reunión en Fráncfort, el Consejo de Gobierno redujo los tipos al 2,25%, y no se descarta que puedan situarse incluso por debajo del 1,75% con el objetivo de reactivar la economía. Por el momento, el BCE no se atreve a anticipar con claridad la evolución futura de los tipos de interés, debido a la gran incertidumbre que rodea el contexto internacional. Aun así, Lagarde aseguró que la institución está "preparada y dispuesta" para intervenir si fuera necesario.
Estas declaraciones han sido interpretadas por los mercados como una señal de que el BCE estaría dispuesto a realizar recortes más profundos de los tipos si la inflación se mantiene contenida. De hecho, el principal argumento del BCE para reducir las tasas no es tanto el débil crecimiento como la evolución de los precios. En un contexto en el que la guerra comercial podría ejercer una presión deflacionaria, el BCE considera necesario actuar para evitar que la inflación caiga demasiado por debajo del objetivo del 2% a medio plazo.
Finalmente, a pesar del escenario adverso, Lagarde aprovechó su intervención para hacer un llamado a los líderes políticos europeos, instándolos a aprovechar la coyuntura actual para avanzar en reformas estructurales que impulsen la Unión de los Mercados de Capitales y refuercen la productividad de la economía en la región.