(Cinco Días, 15-04-2025) | Mercantil, civil y administrativo
El desconcierto sobre las políticas comerciales impulsadas por el presidente Donald Trump continúa generando inestabilidad en los mercados globales. Las decisiones de la Casa Blanca respecto a los aranceles cambian con tal rapidez que resulta complicado para los inversores anticiparse o reaccionar con claridad. Un día se anuncian exenciones para productos como teléfonos móviles, ordenadores o semiconductores; al siguiente, se aclara que la medida será provisional; y poco después, el propio Trump afirma que esos productos tendrán un arancel concreto que se definirá más adelante. Esta falta de coherencia refleja el mismo desorden que ha caracterizado su gestión desde que inició la imposición -y posterior suspensión parcial- de tarifas a países socios.
La confusión genera un clima de indecisión en los mercados, donde los inversores optan por la cautela ante un escenario tan volátil. Aunque la noticia de una posible suspensión de aranceles sobre tecnología debería ser favorable para las grandes empresas del sector, el escepticismo prevalece y frena el entusiasmo general. La dificultad de tomar decisiones estratégicas en un entorno tan impredecible ha limitado el repunte de las bolsas.
Aun así, este lunes, los principales índices europeos han registrado avances cercanos al 2%. El DAX alemán subió más del 2,4% y el Ibex 35 superó los 12.500 puntos con una ganancia del 2%. En comparación, los mercados estadounidenses muestran un rendimiento más moderado, con alzas alrededor del 1%, impulsadas por el respaldo económico de la Reserva Federal y buenos resultados bancarios. Apple, en particular, podría experimentar una recuperación tras perder un 12% desde el anuncio arancelario del pasado 2 de abril. El índice de volatilidad CBOE, que mide el nerviosismo del mercado, se mantiene cerca de 40 puntos, muy por encima de su promedio histórico.
En Asia, el buen ánimo también se contagió y el Nikkei de Tokio cerró con un aumento del 1,27%. Desde Goldman Sachs advierten de un deterioro en la liquidez del mercado bursátil en las últimas semanas, debido al aumento de la volatilidad derivada de la preocupación por los aranceles. Esta situación es típica de momentos en los que el apetito por el riesgo cae y se endurecen las condiciones financieras.
El temor a una posible recesión este mismo año también está dejando huella en los mercados de deuda, especialmente en Estados Unidos, tradicionalmente visto como un refugio seguro. Las decisiones impredecibles del presidente han incrementado la desconfianza de los inversores a niveles comparables con los vividos durante la pandemia o la crisis financiera global. Esto ha provocado una oleada de ventas en diferentes activos, afectando primero a la renta variable, luego a la renta fija y también al dólar. Este lunes, los bonos estadounidenses han registrado un leve respiro. El rendimiento del bono a 10 años -que se mueve en sentido inverso al precio- ha caído tres puntos básicos y se ubica por debajo del 4,5%.
El dólar, por su parte, también se ve afectado por esta fuga de capitales de EE. UU., en un fenómeno conocido como "vender América". Se trata de una dinámica peligrosa: las ventas masivas pueden retroalimentarse y agravar la situación. Además, un encarecimiento del coste de financiación podría perjudicar seriamente a la economía estadounidense. La moneda norteamericana se encuentra en mínimos de tres años y el euro se intercambia a 1,13 dólares. En este contexto, monedas como el yen japonés y el franco suizo ganan protagonismo como opciones seguras ante la inestabilidad.
"Los aranceles se han aplicado de forma errática y con dureza, lo que ha provocado una gran incertidumbre", señalan los analistas de IG a Reuters. "Las nubes no han desaparecido del horizonte". En cuanto a las materias primas, el precio del barril de Brent se mantiene estable, rondando los 65 dólares.