(El Economista, 17-01-2025) | Laboral
La reforma laboral parece haber generado un efecto inesperado: la duración media de los contratos temporales ha alcanzado en 2024 su nivel más bajo desde que se tiene registro, situándose en 45,26 días, 8,1 menos que en 2021, según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Sin embargo, este hecho tiene dos importantes aclaraciones. La primera es que esta estadística solo considera contratos temporales con una fecha de finalización fijada al momento de su firma, excluyendo los indefinidos. La segunda es que, aunque el descenso reciente es significativo, no es el mayor registrado, ya que desde 2006 la duración media de los contratos ha disminuido en 33,9 días, impulsada por caídas en sectores como la industria y la construcción. Este fenómeno refleja tanto los niveles de precariedad laboral en la economía española como la efectividad de los cambios legales que buscan combatirla.
La reforma, implementada hace tres años, limitó la contratación temporal en varios frentes. Uno de los principales fue la eliminación de los contratos por obra y servicio, que anteriormente representaban una gran parte de los temporales de "duración indeterminada", aquellos sin fecha de término clara y que no se contabilizan en esta estadística. Además, se endurecieron los requisitos para justificar contratos eventuales y para su prórroga, lo que ha impactado directamente en la duración promedio registrada.
Entre 2021 y 2024, el número de contratos temporales se redujo en un 48%, quedando en 8,9 millones, mientras que los contratos indefinidos aumentaron un 207%, alcanzando los 6,4 millones. Sin embargo, el total de contratos firmados, combinando ambos tipos, descendió un 20%. Esto se debe a que la proporción de contratos fijos sobre el total pasó de uno a cuatro de cada diez.
¿Por qué disminuyen los contratos temporales pero también su duración? La duración media no solo depende del volumen de contratos, sino de factores como cambios legales o situaciones económicas que condicionan las decisiones de las empresas, como optar por contratos más cortos o convertirlos en indefinidos. La reforma buscaba que los contratos eventuales solo se emplearan en casos plenamente justificados y con una fecha de finalización fijada desde el inicio. Actualmente, los únicos contratos eventuales de "duración indeterminada" permitidos son los de sustitución, que en 2024 sumaron 1,1 millones, una cifra muy por debajo de los 6,7 millones de 2021, cuando los contratos por obra y servicio todavía estaban vigentes y representaban el 38,7% de los temporales. Hoy, esta proporción ha caído al 12,3%.
Estos datos sugieren que la nueva normativa está sacando a la luz contratos de corta duración que antes quedaban encubiertos bajo la modalidad de obra y servicio. También indican que las restricciones a la temporalidad han llevado a las empresas a utilizar esta modalidad solo para puestos de duración más limitada. En este sentido, la caída en la duración media no necesariamente implica un indicador negativo, ya que responde a un cambio en el modelo de contratación. Sin embargo, este fenómeno tiene una consecuencia importante.
A pesar de los avances logrados con la reforma, los contratos temporales siguen representando seis de cada diez. Esto supone un problema para los trabajadores, ya que ahora enfrentan, de media, 8,1 días menos de trabajo y salario en comparación con 2021. La situación se agrava si consideramos que apenas el 5% de los contratos temporales se convierten en indefinidos, solo el 13% son prorrogados y el 82% restante expira al llegar a su fecha de término.