(El País, 13-02-2025) | Fiscal
El aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 16.576 euros anuales, lo que supone una mejora de 700 euros al año, se ha visto eclipsado por las diferencias dentro del Gobierno en torno a su tributación en el IRPF. Tras semanas de análisis, el Ministerio de Hacienda ha decidido no ajustar el impuesto sobre la renta a esta subida, a diferencia de lo que había hecho en ocasiones anteriores. Como consecuencia, algunos beneficiarios del SMI deberán tributar por primera vez. El PSOE justifica esta decisión argumentando que, desde 2018, el salario mínimo ha crecido un 61% y ha estado acompañado de diversas reducciones fiscales.
Dado que cada vez hay más trabajadores afectados, el Gobierno considera que ha llegado el momento de que el SMI contribuya al IRPF. En el lado opuesto, Sumar, otros socios de la coalición de izquierda y el PP exigen una nueva actualización del impuesto para eximir de tributación el incremento del salario mínimo y han prometido insistir en este asunto. La razón es que los trabajadores afectados por este ajuste, aunque sean pocos, deberán destinar 300 euros de su aumento salarial al pago de impuestos, lo que supone una carga fiscal del 43%, resultado de una anomalía técnica en el cálculo del IRPF.
Este porcentaje, inusualmente alto para rentas bajas, es el llamado tipo marginal, que representa el impuesto máximo que un contribuyente puede llegar a pagar en un tramo específico de ingresos. Debido al diseño progresivo del IRPF, el impuesto busca que quienes más ganan contribuyan en mayor proporción. Sin embargo, en ciertos casos concretos, como el de los perceptores del SMI, este tipo marginal se dispara debido a irregularidades en los tramos inferiores del impuesto. Esta distorsión se produce cuando un contribuyente supera determinados umbrales de ingresos, lo que implica que cada euro adicional ganado queda sujeto a una mayor carga fiscal. En general, este fenómeno afecta principalmente a solteros sin hijos (aproximadamente el 20% de quienes reciben el SMI), ya que el resto de trabajadores suele beneficiarse de deducciones fiscales por su situación familiar.
El problema surge de la combinación de dos factores. Por un lado, el mínimo exento de tributación, que establece a partir de qué nivel de ingresos se debe pagar impuestos. Hacienda ha decidido mantenerlo en los 15.876 euros actuales, equivalente al SMI vigente en 2024. Por otro lado, están las reducciones aplicables a los rendimientos del trabajo. La interacción entre ambos elementos genera que los trabajadores con ingresos bajos soporten una carga impositiva excesiva en algunos casos, como ocurre con quienes perciben el salario mínimo. Esta distorsión se refleja en que, una vez superados ciertos umbrales, el tipo marginal disminuye significativamente hasta situarse en torno al 30%, para luego aumentar gradualmente a medida que crecen los ingresos.
El origen de este problema radica en las reducciones por rendimientos del trabajo, que afectan principalmente a los asalariados. De manera general, todos los trabajadores tienen derecho a una reducción de 2.000 euros. Adicionalmente, quienes perciben hasta 14.852 euros anuales pueden aplicar una reducción de 7.302 euros, que va disminuyendo progresivamente hasta desaparecer en los 19.747,5 euros. En consecuencia, a medida que aumenta el salario, la ventaja fiscal se reduce, lo que provoca que el tipo marginal pueda superar el 40% en ciertos tramos de renta.
Si Hacienda mantiene su decisión, los contribuyentes que ganen el nuevo SMI tributarán por los 700 euros adicionales, es decir, la diferencia entre el mínimo exento (15.876 euros) y el nuevo salario mínimo (16.576 euros). Con un tipo marginal del 43%, la retención será de aproximadamente 300 euros. No obstante, si se considera la retención sobre el total de ingresos, el tipo medio de tributación será de apenas el 1,8%.
A partir de este punto, otras rentas bajas también experimentarán una carga fiscal similar. Por ejemplo, un trabajador con un salario de 17.000 euros tributará por 1.124 euros y pagará 483 euros a Hacienda, mientras que alguien que gane 18.000 euros abonará 913 euros. Para ingresos de 19.000 y 20.000 euros, los impuestos a pagar serán de 1.343 y 1.773 euros, respectivamente. Cabe señalar que estas cantidades suelen deducirse directamente de la nómina a través de las retenciones aplicadas por los empleadores, ya que los trabajadores con rentas bajas no están obligados a presentar declaración de la renta.
El comportamiento irregular del IRPF en estos tramos de ingresos no es nuevo y se ha mantenido a lo largo de los años. En el pasado, Hacienda había ajustado el mínimo exento con cada aumento del SMI para reducir la carga fiscal sobre los salarios más bajos. Así ocurrió en 2024, cuando el salario mínimo y el mínimo exento pasaron de 15.000 a 15.876 euros. Sin embargo, ahora, con la nueva subida, Hacienda considera que el SMI ya debe tributar, de la misma manera que lo hace con las cotizaciones sociales.