(El Economista, 10-02-2025) | Laboral
La reforma laboral ha transformado profundamente la estructura de contratación en España, modificando tanto la creación como la destrucción de empleo. En 2024, el mercado laboral registró 23,4 millones de altas en la afiliación de asalariados y 22,9 millones de bajas. Sin embargo, no todas estas bajas corresponden a la finalización de un contrato sin el consentimiento del trabajador; de hecho, estos casos representaron 13,9 millones, el 60,1% del total. Aunque esta cifra es la más baja desde 2013 debido al descenso en la contratación temporal, aún deja varias incógnitas, como la cifra real de despidos y el impacto de los contratos fijos discontinuos en la estabilidad laboral.
Las estadísticas de la Tesorería General de la Seguridad Social son la principal fuente para analizar la rotación laboral, aunque presentan algunas limitaciones. Por ejemplo, no diferencian entre una nueva contratación y la reactivación de un fijo discontinuo. No obstante, sí ofrecen detalles sobre los tipos de bajas, diferenciando entre la finalización de contratos temporales, despidos (disciplinarios, colectivos, objetivos o improcedentes), bajas por no superar el periodo de prueba y una categoría denominada "bajas no voluntarias por otras causas". Esta última incluye situaciones diversas, como el cierre de empresas, la muerte del empleador o el fin del contrato de trabajadores en incapacidad temporal.
Los datos provienen del sistema RED, donde las empresas notifican las altas y bajas. Desde 2012, los procedimientos de notificación se modificaron para mejorar la precisión estadística y adaptarse a los cambios legales de la reforma laboral de ese año. Sin embargo, la implementación no fue sencilla: en 2012, el 89% de las 14 millones de bajas fueron clasificadas en la categoría de "otras causas". Con los años, la distribución de las bajas se ajustó más a la dinámica esperada del mercado laboral, con un mayor peso de la finalización de contratos temporales. No obstante, la categoría de "otras causas" ha seguido teniendo un impacto significativo, superando incluso el número de despidos y bajas por periodo de prueba.
Este panorama cambió en 2022, cuando la nueva reforma laboral incrementó un 61,6% los casos de "bajas no voluntarias por otras causas", superando los dos millones y aumentando su proporción del 6,3% al 14,9% en 2024. Algunos expertos sospechan que dentro de esta categoría pueden incluirse despidos que no han sido registrados como tales, lo que genera dudas sobre la precisión de los datos. En los últimos dos años, se ha trabajado en depurar esta información, logrando reducir un 11% el número de bajas clasificadas como "otras". A pesar de ello, en 2024 estas bajas aún representan el 14,5% del total, con aproximadamente dos millones de casos, casi la misma cantidad que los despidos y las bajas por periodo de prueba combinadas.
A pesar de estas incertidumbres, la evolución general es positiva. El número de bajas laborales ha caído a su nivel más bajo desde 2013, principalmente debido a la reducción del 47% en la finalización de contratos temporales en comparación con 2019. Mientras que en ese año estas bajas representaban el 82% del total, en 2024 han disminuido al 70%. La diferencia clave es que, en 2013, España aún se recuperaba de una crisis económica que frenaba la actividad y el empleo, mientras que en 2024 el país lidera el crecimiento del PIB en la zona euro y la ocupación se acerca a los 22 millones de trabajadores.
El patrón de volatilidad en el empleo ha cambiado de manera notable. En teoría, un entorno económico favorable debería proporcionar mayor estabilidad laboral, reduciendo el número de bajas. Sin embargo, en España ha ocurrido lo contrario en el pasado: tras la crisis financiera, la recuperación se basó en contratos temporales, lo que elevó las cifras de bajas, que en 2019 superaron los 20 millones. Durante la pandemia, el confinamiento interrumpió este ciclo, reduciendo drásticamente la rotación de contratos.
Entonces, ¿cómo se ha logrado disminuir la inestabilidad sin una crisis de empleo? En parte, porque la reforma laboral ha desincentivado la contratación temporal, impulsando la conversión de muchos trabajadores a contratos indefinidos. Pero también porque gran parte de la volatilidad del mercado laboral ha sido absorbida por los fijos discontinuos.
Los trabajadores con contrato fijo discontinuo están vinculados a sectores de actividad estacional, pasando periodos de inactividad en los que no reciben salario y son dados de baja en la afiliación a la Seguridad Social. La clave es que su contrato no se extingue, sino que queda suspendido hasta que son llamados nuevamente. Por esta razón, no se considera destrucción de empleo, ni siquiera cuando el trabajador accede a la prestación por desempleo durante los periodos en los que no trabaja.